viernes, noviembre 18, 2011

 

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A algunos nos gusta empezar el periódico por el final...

¿Y por qué no? ¿quién ha dicho que tenga que ser de otro modo? :-(

jueves, noviembre 17, 2011

 

Me cuesta tanto creerme los halagos que siempre pienso que no son reales, que son por quedar bien, por cariño, porque no me conocen o no me han mirado dos veces.

Me maquillaron en una tienda. Me hicieron una foto y, al mirarla, se me cayó el alma al suelo. Me decían que estaba estupenda, que estaba guapa. Y yo pensaba que no, que no lo estaba. Y no era por falsa modestia, sino por la vocecita. Esa que me susurra al oído. Y esta vez me susurraba: vieja.

¿Será la crisis de los 40?

Ya sé, ya sé. Que no soy vieja. Que no lo soy. (Según para quién).

He pasado de huir de las fotos y los espejos como de la peste a recrearme en cada escaparate, incapaz de creer que había conseguido una imagen de la que no me sentía profundamente avergonzada.

Y ahora, pasada la euforia, la borrachera, se despeja la niebla y me cuesta reconocer mi propia cara. Esta cara que ya no parece abotargada e hinchada pero que, precisamente por eso, me muestra unas marcas que nunca había tenido. O que yo no había visto.

Así, me miro en las últimas fotos y descubro unas líneas al sonreír que más parecen surcos de campo arado. Y qué queréis que os diga, dejémonos de tonterías: que si son de felicidad que si… son arrugas y muy marcadas. Y me dice la vocecita al oído: vieja.

¿Será la crisis de los 40?

jueves, noviembre 03, 2011

 

Que llevo años cerrada a cal y canto.

Que no puedo, que el bloqueo.

Que hablo, comparto, digo, hago, pero que no siento. Que es inercia, supervivencia, costumbre, el qué dirán, donde va Vicente. Que sí siento pero no como algunos creen.

Que cómo permitirse querer a alguien sabiendo que va a dejarte en alguna parte del camino, sin mirar atrás.

Que quiero que me quieran pero que por eso no quiero que lo hagan. Que luego me acostumbro y para qué.

Que la idea de apertura es un miedo irracional que se traduce en cerrar los ojos, cruzar los brazos sobre la cabeza. Y si hay que abrirlos, nunca mirar a otros directamente.

Que la apertura de la que hablo no se ve. Que no es contar o no mi vida (eso no me cuesta NADA). Que la apertura es al calor y al frío.

Que el miedo es el cerrojo.

Que a lo mejor ahora que lo reconozco y lo escribo, que a lo mejor.

miércoles, noviembre 02, 2011

 

Sísifo perdida, voy subiendo una piedra cuesta arriba para volver a resbalar.

En la clínica donde adelgacé hay grupos de terapia, que le llaman. Me han contado que hace unas semanas, una chica que había perdido muchísimo peso saltó de repente: ¡¿PERO CUÁNDO VÁIS A CONFESAR DE UNA VEZ QUE NUNCA VOLVEREMOS A COMER NORMAL?! Me lo contaron y reconocí el grito en mi propia cabeza.

Nunca volveré a comer lo que yo creía normal. Porque lo que yo creía normal hizo de mi alguien que no quiero volver a ser. Y ahora no ganar peso me supone un esfuerzo CONSCIENTE. Y es cansado. Es cansado.

Y en eso estoy. Lo que digo siempre: lo que para unos es automático, para mí es aprendido. Y cómo cuesta, joder. Cómo cuesta.

Buscando la medida de todas las cosas. Esa que no recuerdo haber tenido, esa que me me ha dado tantos quebraderos de cabeza.

Que a estas alturas no me supone ningún esfuerzo comer lo que sé que me mantiene despejada, feliz, sin angustias. Faltaría más.

El problema es que puedo comer de todo, pero cuando me paso un poco es como si se abrieran las espuertas del averno: paso del nada al todo. Así: CHAS. Menuda novedad: ya me lo habían avisado, es punto común en cualquier adicción, es lo normal en quien no tiene límites en la medida de las cosas.

Y ahora vuelvo a notar el polvo en mis pies del fondo del barranco. Me seco las manos en los muslos, las apoyo en la piedra y, vámonos Bere, ladera arriba. Que esto es una chorrada para lo que ha sido.

Porque para mí merece la pena. Y subiré la piedra una y otra vez cuantas veces haga falta.

***

Y esto que acabo de contar es parte de una vida que no cuento en el blog como fue ni como es. Y por eso no escribo. Los cambios que he pasado han sido tan importantes en cuerpo y mente, que contar cualquier cosa relacionada con el tema es como desnudarme. Y a veces me planteo si ese pudor es bueno. O malo. O me bloquea.

martes, octubre 18, 2011

 

Qué me ha dao, pero qué me ha dao que llevo todo el día acelerada. De no poder levantarme por pura pereza, pero pereza de la que bloquea, hoy estoy como si me hubieran dado cuerda y me hubiera pasado de rosca.

Y allá que chin chin chin como un mono con platillos.

En el curro he hecho mil cosas. He estado en el parque con Minibere, le he preparado el baño. He despejado otra habitación. He subido bultos al trastero que llevaban meses aburriéndose por la casa. He abierto LAS DOS ÚLTIMAS CAJAS. He recuperado mi colección de revistas de punto de cruz. Ese punto de cruz que tanto me gusta y que sólo me ha dado para hacer cuatro o cinco marcadores de libros. Y ya está.

Con un nudo en el estómago y ni tengo claro por qué. No hay razón o es una suma de razones. Tal vez escribiendo lo saque. Tal vez.

Anoche estaba agotada mental y físicamente. Me tomé un Myolastán, me dió el bajonazo muscular. Sensación extraña, miembros flotantes, hasta la lengua la sentía rara. Me duró una hora. Se me pasó.

He vuelto a dormir mal. No tan mal como de costumbre, pero sí. Malos sueños de nuevo. Despertar, cambiar de postura, dormir, volver a soñar. Así toda la semana.

¿Es el otoño?

lunes, octubre 17, 2011

 

¿No hay días que os levantáis más gilipollas que de costumbre? Yo no tengo un día: tengo temporadas. Y soy gilipollas con matices: soberbia, tarada, torpe, picajosa. Vamos, que además voy cambiando. Una joya.

A estas alturas no os voy a engañar.

A estas alturas estoy aprendiendo a no engañarme.

lunes, octubre 03, 2011

 

Desde hace poco estoy pensando en retomar algo del espíritu de la antigua Bereni-C. Después de todo, post como el los odios puede que sean buenos para mí.

Para mí, claro, que este es mi blog y melofo, ya sabéis. Aunque en realidad es mentira porque no escribo lo que quiero, ya sabéis.

Después de todo yo soy esa Bereni-C también. Al igual que la de ahora, la de ayer y la de dentro de 10 minutos.

Bueno, no sabéis o sí, tanto me da.

Tengo pendiente tantas cosas por escribir que estoy empezando a olvidarlas. Unos ejemplos que me va a servir de recordatorio:

  • Otros odios
  • Molinos
  • K. y sus disculpas
  • Un cuerpo
  • Bereni-C negra/Bereni-C naranja
  • Sueños

No es por falta de inspiración, no es por falta de ganas. Es que no tengo tiempo material. *Sigh* Y esto lo he escrito desde el curro porque me ha dado la gana, no porque pueda parar a hacerlo.

También está la puñetera astenia otoñal (que sí, que existe, lo juro por esnupi) que afecta a muchas menos personas que la primaveral pero que me ha tocado de pleno.

Cosas que pasan.

A veces me asfixia el peso del blog y de saber quién lo lee o que se lee siquiera. Prefiero pensar que nadie lo hace o que todos pasáis.

Pero en el fondo me puede el lado exhibicionista/irresponsable y esta capacidad que tengo para creer lo que me da la gana y autoengañarme, sin la cual no habría podido conseguir tantas cosas.

Buenos días de nuevo.

viernes, agosto 12, 2011

Papá Noel, en un alarde de originalidad y campechanería, y tras haberse puesto morado a mojitos, nos trajo unos patines a cada uno estas Navidades. Y ahora, POR FIN, después de meses en el guardamuebles y a la espera de tener algo de tiempo, los hemos estrenado.

Yo había patinado cuando tenía 12-14 años con cuatro ruedas. Y las mujeres, teniendo el centro de gravedad más bajo, solemos guardar mejor el equilibro que los hombres. Y joder, que tan difícil no puede ser ¿no? Mientras no se me escoñe mucho el marido, vamos bien. Yo no creo que necesite mucha ayuda, él, fijo. (Pobrecito)

Y la ley de Murphy, por supuesto, se ha cumplido inexorablemente.

No sólo el hijopMUYHÁBIL va como la seda, sino que yo soy una especie de hipopótamo patinador descendiente de Billy Idol (me he vuelto a cortar el pelo y teñido de rubio: soy talmente su hija secreta) con la misma habilidad para mantener el equilibrio que un epiléptico sobre hielo.

Ahí es nada.

Y ahí nos vemos. El jevi RIIIISSS RAAASSS RIIIIISSS RAAAS y yo RII..AYAYAYAY..SHAKASHAKASHAKA...RAAASS... donde los SHAKASHAKASHAKA con mis aleteos tipo molino de viento para mantener, más o menos infructuosamente, la posición vertical. El caso es que extendiendo los brazos en cruz y moviéndolos espasmódicamente, consigo no dejarme los piños en el asfalto (a duras penas).

He visto payasos borrachos con más dignidad. He visto auxiliares de vuelo drogados con más elegancia. He visto guardias urbanos con mala ostia con más glamour.

De farola a farola. RIII.... SS... SHAKASHAKASHAAAKA... AYAYAYA... RAAASS....

Si Don Quijote me avistara de lejos, fijo que espoleaba a Rocinante para embestirme.

A la hora (bueno, vaaaale, media hora) he decidido que no podía decidir si me dolía más el cuello, la espalda, los tobillos o el orgullo y le he dicho al jevi que patinase con la madre del topo, que yo me iba a casa.


lunes, julio 25, 2011

 

Frase manida donde las haya, pero aviso. Llegué al punto álgido, al clímax, a la cima de la montaña. Y ahora inicio bajada.

Lo noto.

En la presión del aire, más bien en la descompresión y descomprensión. En los nudos en el pecho y en las vallas que se me hace a veces un pequeño guisante del camino.

Uff.

No pierdo la esperanza de remontar y quedarme a una altura razonable.

Razonable. Subjetivo. El recorrido del péndulo. Razonable, qué difícil.

domingo, julio 17, 2011

 

Hemos llegado como 20 minutos antes “porsiaca”. Mi primer cine de verano. Gratuito, hasta completar aforo. A saber, que en este pueblo a lo Show de Truman lo mismo van cuatro gatos, pero “quién sabe”.

Noche perfecta. Sitios que no están mal. Ni frío ni calor. Minibere ha dormido siesta, es una peli que tiene ganas de ver desde hace mil y que quitaron del cine sin nos diese tiempo a verla entre unas cosas y otras. Mamá-McGuiver preparada con bolso: botella de agua, lata de Mahou, lata de Coca Cola Zero, gominolas, chocolatinas, uvas, toallitas desechables, kleenex y un señor de Cuenca que pasó un día por mi lado y que había metido en el bolso porque “quién sabe” (es mi lema).

Y entonces ha llegado ELLA.

Rango, se llamaba la película. No se me olvidará. Pero no porque me haya dejado huella, no, sino porque así se lo ha repetido unas (a ver, déjame contar… una… dos… tres…) QUINIENTAS CINCUENTA Y SIETE VECES a su amiga por teléfono justo antes de que empezara.

Una de las voces más enervantes que debe de haber en toda la comunidad de Madrid y me tiene que tocar al lado. Esa, la que habla al límite de su esfuerzo pero sin volumen efectivo, sólo irritante, y con el mismo mismísimo tono de mi “querida” presidenta la Aguirre (puah puah).

Que si niña quieres acquarius, que si niña te sientas conmigo que si… Ha empezado la peli y no ha tardado ni un minuto en comenzar a hablar uy esto no se oye bien uy niña tú lo escuchas uy OIGAN, QUE NO SE OYE. Me he vuelto a mirarla y le he soltado un “si no se calla, vaca imbécil, qué carajos se va a oír” ejem, esto… mentalmente. (Irascible e intolerante sí, cobardica cual gallina, también. Sasoiyo, como diría @Margarito).

Y luego la muy “asesinable”… ¿pues no se ha tirado toda la peli soltando GRITOS del tipo “TOMA YA!”, “AY QUÉ ASCO”, “AAAAY JAJAJA TOMAAAAA”? Una señora que supera los 40 si no más, una peli de niños… ¿pero cómo se puede ser tan molesta sin darse cuenta? La pantalla estaba un poco a mi izquierda, lo cual hacía que me girase en esa dirección. Al igual que doña Gritona. Resultado: cada chillido incrustado en mi lóbulo derecho con entrada directa desde el pabellón auditivo de la misma dirección. En resumen: que me gritaba a la oreja. ¿Por qué, Señor, a mí?

Y sobre todo, por qué por qué por qué con lo tiquismiquis que soy, siempre me toca gente así alrededor.

Seguiremos informado desde Villacaos y El Pueblo Perfecto. Por ahora, continuo feliz (y más desde que acabó a peli y el sucedáneo de la Espe se piró con su hija).

Buenas noches, noches.

lunes, julio 04, 2011

 

Y en esas dos palabras se encierra tanto que no sé por dónde empezar. Entre otras cosas, porque no es mi estado natural ni sé manejarlo. Pero que lo estoy disfrutando lo saben hasta las piedras.

Estoy arriba de la montaña rusa y me da miedo la caída. Pero no quiero pensarla ni que me pueda el miedo.

Tan bien me encuentro que el peligroso vértigo que me bloquea cuando cruzo puentes con el coche parece milagrosamente atenuado. El jevi apenas puede creerlo.

Pero disfruto y me bebo la vida a mordiscos. No hago nada especial, sólo respiro y paladeo. Y eso está bien.

Ya vendrá el invierno. No el bueno, ese que tanto me gusta, sino el negro. Soy la cigarra, canto. Y creo que eso debe ser así.

Porque cuando se está en este estado todo lo demás va rodado. Y lo que ayer eran piedras hoy apenas son el roce de unas matas en los tobillos. Que no hace que me pierda el paisaje, el río o el cielo.

Qué bien, qué bueno. Ojalá supiera cómo compartirlo. Abrir el tarro de la felicidad y darle a todos los que quiero.

En el fondo de la cabeza hay una vocecita que me avisa y recuerdo los “todo o nada” de R. y el balance de su puño cuando lo explica. Me da miedo, claro. Porque si esto es el todo, el nada va a ser una caída de infarto. Porque este entusiasmo me desborda hasta el punto de querer decirle al mundo cuánto aprecio a los que quiero, de comprar cosas que en realidad no necesito, de… ¿qué me está pasando?

Pero no quiero pensarlo. Soy la cigarra.

Y voy a cantar :-)

lunes, junio 06, 2011

 

Si tu nombre empieza por A, estarás el primero en casi todas las listas. Si le sigue una B o una D, serás el rey del mambo.

No importa si en el cole siempre fuiste Zaldívar, Soria o Yuste de apellido y, por lo tanto, tenías que esperar a fuerza de paciente tedio ese arrastrarse por la lista desde el principio, preguntando la lección o cualquier otra cosa. Y a dios gracias, porque empezarla por el final era aún peor: te tocaba en menos que canta un gallo y siempre podían pillarte sin haber estudiado ni jota.

Si tu nombre empieza por A, estarás el primero en las agendas de los móviles. Y eso es agridulce.

Porque recibes llamadas sin querer de cualquiera de tus contactos que se olvide de bloquear el teléfono. A veces oyes pasos, música o voces. Otras, silencio y ruido blanco. A veces reconoces ese tono y te sonríes. Levantas un poco la voz por si les llega al otro lado y acabas colgando.

A veces tienes contactos que hace años que deberías haber borrado. Y te llegan sus llamadas no queridas como una brisilla sorpresa en el estómago. Agridulce. Porque sabes que no te llaman a ti, que es sólo un error. Que ya no.

Normalmente (siempre) dejo que se pierdan. Dudo un segundo y comprendo. Quito el sonido y me quedo mirando la pantalla, como el que mira la barra de descarga de un programa. No sé para qué. Dejando que los recuerdos se me agolpen en la frente.

Hoy he devuelto una de esas llamadas. Nos hemos preguntado por la vida en los últimos tiempos, nos hemos deseado lo mejor. Pero ese desencanto en la voz de quien te coge cuando devuelves su llamada. Desconcierto, recomposición, cariño olvidado. Y menos mal que es así: podría ser odio, asco, rabia o desprecio.

Agridulce.

Mi nombre empieza por A.

martes, mayo 24, 2011

 

Así he estado toda la semana.

Villacaos, también conocida como “El Escorial”, está lista para vivir en ella. ¿He dicho vivir? Ejem. Algo parecido. Al final la han terminado antes que La Sagrada Familia, pero por poco.

Nos hemos gastado lo que teníamos y lo que no teníamos. Hemos estado 4 meses en un piso prestado a tomar por saco de nuestros curros, con todas nuestras pertenencias menos lo imprescindible. El resto: en el guardamuebles. Qué poco se necesita para vivir, por cierto, y cuántas cosas acumulados que resulta que NO nos hacían falta.

Qué ganitas de dejar el puñetero piso, dios. No veía el momento. En ese barrio aislado y lejos de todo. Pequeño, con la ropa doblada sobre las maletas, con un par de zapatos y sólo ropa de invierno. El piso que, por otra parte, estaba loco por echarnos.

Y, como le dije a Gacela cuando vino a ayudarme a empacar: esta noche duermo en MI CASA por mis santos. [Minibere: Mamá ¿hoy es tu santo? No hija, no, ejem…] Y vaya si dormimos en casa.

El primer día no encontraba las bragas. Ni la ropa. Ni el secador. Ni el pijama. Ni.

Y para buscar A, tenía que ir a B, que no estaba y en su lugar había una C. Así es que, tras pasarme el día deambulando por la casa entre un laberinto imposible de cajas, decidí que lo mejor que podía hacer era sentarme en la cama a medio vestir y llorar como si no hubiera mañana. Y me sentía como el cronopio que buscaba la llave o el de La foto salió movida. (Cortázar, siempre)

Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de la calle en la mesa de luz, la mesa de luz en en dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle.
Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta.

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La foto salió movida

Un cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos, entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en vez de la llave encuentra los fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos están donde la llave, puede suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del teléfono llena de música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y los tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías. Así es que este cronopio se aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo esta algo ladeado lo que ve es el paragüero del zaguán, y sus presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta sus manecitas no sabe para que. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también las esperanzas, pero pasan horas antes de que el cronopio salga de su desesperación y acepte una taza de té, que mira y examina mucho antes de beber, no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un hormiguero o un libro de Samuel Smiles.

Mi suegro, que estuvo todo el finde para ayudar, se dedicó a montar cosas que para mí no eran urgentes y claro, el jevi, con él. Así es que en vez de deshacer cajas (ciento y pico), ponían lámparas. Y debe de ser que en su universo particular masculino es mucho más importante no tener bombillas colgando del techo que el que su nuera/mujer no lleve bragas y tenga que ponerse una camiseta de Mazinger del jevi porque no encuentra las suyas. Entendámonos, la camiseta mola. Pero yo quería encontrar MI ropa. Y así se lo hice saber al jevi entre llantos, mocos y ataques de histeria. Todo esto en bajito, claro, que el suegro andaba en el lavadero montando otro mueble.

Hace ya de eso una semana y aún no encuentro muchas cosas.

Sarajevo, campamento de gitanos, la actual Grecia antigua. Descontrol. Memoria a fragmentos. Cada cosa en un sitio distinto, cambias de habitación y has visto algo, pero ya no recuerdas dónde. Desconcertante. Agobiante. Extenuante.

Pero es mi casa, nuestra casa, nuestro silencio, nuestros pájaros, nuestra enorme ventana en la cocina, nuestro balconcito, nuestro trastero, nuestra luz Sonrisa

domingo, mayo 22, 2011

 

No el título de la peli, no. Gente “normal”: la gente. Cuando no te sientes parte de ella sino fuera. Que no todo el tiempo, sino para unas cosas sí y para otras no.

Desde la semana pasada y después de 10 meses, me han dado libertad absoluta con respecto a la comida. Hace ya 4 que llegué a mi peso, pero, hasta ahora, seguía unas pautas más o menos flexibles.

¿Y ahora qué? La gran pregunta, esa de la que me hubiera reído no hace ni un año pero que en este momento es tan importante para mí: ¿qué come la gente “normal”? ¿cuánto y cómo?

Con respecto a mi relación con la comida, no pertenezco al grupo de los normales. Y no hablo de anorexia o bulimia, hablo de conexión emocional con la comida, de consuelo, de atracones, de descontrol, de círculo vicioso.

En total ya van 35 kilos. Y digo “ya” porque, en esta nueva relación artificial, creada a base de esfuerzo, no tengo claras las medidas. Así es que pruebo mi recién adquirida consciencia con una hamburguesa y patatas, intentando cambiar el chip y no dejarme llevar por los remordimientos para dejarme la mitad. Después de tantos meses, es difícil asimilar que ya no estoy a dieta. Y ese es mi nuevo reto. Ese, y controlar el peso, porque, en vez de parar, esta semana se me ha ido un kilo más así, sin sentir. Y tengo un límite de peso, tanto por encima como por debajo del indicado.

¿Qué come la gente normal? ¿y cuánto? ¿cuántas galletas es lo “normal”? Yo no lo sé, para mí lo normal era el paquete. Lo otro eran remilgos de gente amargada.

Si me fuerzo a comer lo que ya puedo y antes no debía ¿volveré a sentir el ansia que hace tanto ha dejado de dominarme? ¿Perderé el control?

¿Es difícil de entender lo que digo? No paro de pensar que este tipo de cuestiones me hubieran provocado una risita de desprecio no hace tanto. Pero ahora lo siento así.

Lo que para otros es lo normal, para mí es un gesto aprendido.

Y es difícil cambiar el chip de algo que era parte de tu persona, por mucho que fuese algo destructivo física y mentalmente.

lunes, mayo 16, 2011

 

Qué pereza salir de la ducha para enfrentarme con lo que hay fuera, detrás de la cortina. Porque dentro sólo hay agua y sólo estoy yo.

Qué pereza leer tus mails largos y llenos de recursos manidos, preguntándome a cada línea qué hay y por qué.

Qué pereza salir de la cama a ponerme el traje, la cabeza, el cansancio, el amor y la ternura de ser madre. O esposa, amiga, extraña.

Qué pereza mirarte a los ojos y descubrir que nos odiamos cordialmente. Cruzarnos en la moqueta, disimular el asco.

Qué pereza empezar un libro y sentir un poquito cada página hasta apropiarme de los personajes.

Qué pereza volver a sentarme frente a ti para sentir que no puedo esconderte nada y que me pongas delante lo que de ningún modo quiero ver.

Qué pereza contestar los sms, los mensajes de cualquier tipo.

Qué pereza decidir, pensar, sentir. Caminar por el borde sin pisarlo.

Qué pereza.

¿No?

lunes, mayo 02, 2011

 

La casa nos odia. Y ya está. Que si no, no me lo explico.

Y más concretamente, nos odia el baño del dormitorio. Si sólo le falta escupirnos…

No contento con escaldarnos/achicharrarnos en una ducha escocesa infernal y mal mala mu malísima y malvada, me tira la barra de la cortina de la ducha en el cogote o hace que quede enganchado el pitorro de cambiar entre ducha y grifo para que, al abrir más tarde, me caiga en toda la cabeza un chorro de agua helada mientras, completamente vestida, me inclino a abrir el grifo para llenarle la bañera a Minibere.

Pues bien. Todo eso vencimos, sí señor. Aprender a regular el aparentemente regido por el azar puñetero grifo. Asegurar la barra. Comprobar pitorro. Minucias.

¿Su última y desesperada estratagema? UNA HUMEDAD. Hala.

Ahora sí que nos ha echao porque, de seguir duchándonos ahí, vamos a quedarnos sin pared del salón. Y todo eso está muy mal y esas cosas, pero si tenemos en cuenta que esta NO es nuestra casa y que estamos viviendo en ella de prestado, pues ya diréis. Así es que mañana viene el fontanero, menos mal que los dueños tienen seguro.

Baño del dormitorio 4 – Bereni-C de la Selva 3

Ahora usamos el baño pequeño, que tiene un plato de ducha enano. Tan enano que cuando abres la puerta (plegable) hacia adentro, te tienes que pegar a la pared como si fueras una lagartija. Tan enano que, como se te caiga la esponja, tienes que ir agachándote muy tieso y poco a poco, doblando las rodillas pero sin inclinar el cuerpo, a ritmo del Limbo Rock, porque no hay espacio para que te dobles por la cintura ni nada parecido.

Ayer nos dijeron que nuestro piso estaba listo. Fuimos a verlo. Abrí la puerta. Lo vi. Me embargó la emoción. Me eché a llorar. Y el jevi aún me pregunta que por qué…

martes, abril 19, 2011

 

Ocho minutos, me han dicho. He entrado y, de pronto, BZZZZZZZ un ventilador sobre la coronilla a todo trapo, luces brillantísimas (¿blanco tirando a azul?) y CHUNDA CHUNDA CHUNDA CHUNDA. BZZZZZZZ. Calorcito que se convierte en calor. CHUNDA BZZZ CHUNDA CHUNDA. Casi no puedo oír mis propios pensaCHUNDACHUNDACHUNDA!! Ah, perdón, se me olvidaba: BZZZZZZZZZ!!!!!

¿Mi primera vez en una discoteca? No, en una cabina de rayos UVA.

Ocho minutos en bolas mientras suenan canciones CHUNDACHUNDA a todo trapo (¿la música era para entretenerme o para que se me hiciera eterna la sesión?) son MUCHOS minutos. Máxima FM, se llamaba la emisora del demonio. He salido con una extraña mezcla entre ganas de matar y ganas de escuchar los grandes éxitos de José Luis Perales (para compensar): TODOS.

Esto de probar cosas nuevas va a acabar conmigo… Qué malos son los 40. Los Principales, sí… claro… a eso me refería… ejem.

domingo, abril 10, 2011

 

Hace tiempo que tengo ganas de escribir y mucho que contar. Pero no quiero hacerlo.

Porque creo que no pega en este blog naranja (mostaza, amarillo, elija su aventura y vaya a a,b o c, página tal, cual o aquella). Porque no es ni pena ni alegría ni Bereni-C. Y no sé muy bien qué hacer con lo que me hierve en la sesera.

Qué cosa tan irracional. Mis pensamientos, caos y desorden, resulta que viajan por un tubo que no existe y en el que hay un atasco. Y hasta que no salga lo que no quiero escribir aquí, no hay nada más. Bloqueo.

¿Utilizar una libreta? Me he malacostumbrado a la comodidad del teclado, a corregir sin tachar, a mover frases a golpe de ratón, a tener el portátil ronroneándome en el regazo mientras redacto. No.

¿Un procesador de textos? Llamadme loca, pero olería a cerrado, a muerto. Y yo quiero que mis ideas vuelen y sean libres. Para compartir, para leer, para que otros lo lean y opinen. Y si no están de acuerdo, que lo manifiesten, pero que no sepan que soy yo: la misma Bereni-C del blog naranja/mostaza/amarillo.

Así es que la cuestión es si hacer de tripas corazón y tirar la última barrera para echar aquí todo el vómito de sucesos que da vueltas en mi cabeza o abrir un nuevo blog para luego, una vez vacía de lo que me está bloqueando, retomar este y volver a ser Bereni-C, la que se abrió un blog mandarina (porque esa era la idea) para sacar solamente luces y acabar sacando también tantas sombras.

martes, abril 05, 2011

 

Hoy me he vuelto a perder con el coche, para variar.

Y pocas cosas me producen más angustia, a parte de atravesar puentes o subir montañas. No me gusta conducir. Me agobia muchísimo no poder pararme a recoger a alguien, no encontrar aparcamiento, no saber dónde estoy.

No veo el momento en el que el jevi se saque el carné para no tener esta maldita obligación de ser siempre yo la que conduce, haga frío o calor, sol o lluvia, estando mala o peor.

Perderme en Madrid suele llevarme a ataques de ansiedad lo cual, conduciendo, no es lo más recomendable. Así es que llamo al jevi y le lloro y le lloro y le lloro hasta que me falta el aire e intento parar.

Es la sensación de no saber dónde estoy y de estar convencida de que no voy a poder saberlo la que me agobia hasta lo menos soportable. Y la constatación de que sigo siendo torpe, lerda y con NINGÚN sentido de la orientación o capacidad para memorizar caminos. Tanto es así, que me bloqueo y no soy capaz de seguir las instrucciones del GPS de turno, ya sea el navegador de Google o el estúpido Garmin.

Hoy he acabado en unas callejuelas que iban y venían a Gran Vía. Y he conservado la calma pero abriendo tantos los ojos y agarrando con tanta aprensión el volante que casi me daba risa sólo de pensar que pudiera verme alguien conocido.

Como si fuera un dibujo animado: la ardilla desquiciada en busca de su bellota. La hormiga conduciendo un tanque de papel entre kamikazes en busca del rastro hacia el hormiguero.

Y entonces, he girado a la derecha y he sabido dónde estaba.

No ha sido un mal lunes, después de todo.

domingo, marzo 20, 2011

 

Era mi muy mucho mejor amiga, de esas que ya no hay, de esas a las que puedes contarle todo, lo que sea.

Me estuvo acompañando tanto. Nos hicimos tanto bien.

Y desapareció del mapa. Llegó a ver a Minibere una vez, creo. Que nunca tenía tiempo, que yo tampoco.

Esto no puede ser. Dos años después intento retomar el contacto, pero no se deja. Pasa mucho tiempo. Un día llama de forma totalmente inesperada. Le pregunto si ha pasado algo, si he hecho algo, que no lo entiendo. Y me dice que nada, que nada, que su vida es un poco caos. Que va a tener otro niño, que ha sido inesperado, que me echa de menos. No podemos seguir la conversación porque tengo una puta migraña que no me deja casi abrir los ojos y tengo que parar para vomitar. Me llamará otro día, dice.

Y luego, silencio. Intento mails, teléfono, sms. Sin respuesta.

Me preocupo. Mucho. Nos conocemos desde pequeñas: llamo a su madre. Me cuenta que está bien, que por qué no llamo a su hija, que ella sentía que yo la cuidaba.

No lo entiendo. No me cabe en la cabeza. Y me duele MUCHO. Y pasa otro año.

Un día me dice alguien importante que a veces las personas se cruzan en tu camino y luego se marchan. Y que no tiene que haber una razón para ello, que si han elegido otra senda, debo dejarlas marchar.

Y lo intento. Y  me cuesta lo indecible, porque no puedo. Y el dolor se va acolchando, pero sigue. Y de vez en cuando sueño que nos encontramos. Y ese día me lo paso dándole vueltas a todo otra vez porque se me remueve todo.

Porque para mí el apego no es el contacto ni la cercanía, es el sentir. Y, puestos a ello, no olvido, no perdono, no me desato, no rompo nunca el vínculo. Yo, claro. Los demás siempre sí. Debo de ser la rara, la que no sabe dar carpetazo, la que se queda bloqueada por un pasado que ya no existe, la que carga cadenas de humo a modo de grillete en el tobillo.

Abro los ojos a un intento de empezar de cero en muchas cosas y decido que esta vez tengo que abrir la puerta y dejar salir del armario muchos fantasmas. Y ella se va.

Y un día Facebook me la sugiere como amiga. Ha añadido a amigos comunes, a algunos que sé que apenas conoce, pero no a mí. Algo debió de pasar, dice mi yo paranóico, muy activo últimamente, qué casualidad. O no. El dolor vuelve. Tengo que dejarla ir.

Aunque con ella se marche la remota esperanza de que hay algo que se llama amistad que en realidad existe. Aunque deje ir también la ilusión de no estar sola en mitad de la oscuridad a ratos.

La semana pasada recibí su invitación. Sorpresa, alegría, nervios, desazón, inquietud (¿por qué?). Duda, si habrá puesto el dedo sin querer sobre el botón.

Y decido aceptar, pero me quedo con el ratón en la mano sin hacerlo.

Porque no conoce a mi hija, ni me ha visto. Ni sé por ella si está viva o muerta o siquiera si su hija nació hace ya no sé si uno o dos años. No sé si se divorció finalmente, ni si sus hijos están bien o el aspecto que tienen después de todo este tiempo. Y no quiero que vea mis fotos, ni que vea a Minibere, ni mis cambios, ni que sepa de mi nueva casa, ni que sepa de mi vida. Minibere no sabe ni que existe. No puedo creer que nuestros hijos ni se conozcan. Y eso me produce una tristeza difícil de explicar.

Porque, si quiere saber, que lo haga de otra forma.

Y porque, en el fondo, lo que me acojona es que sí, que se haya equivocado al darle al botón y vuelva a dejarme tirada.

domingo, marzo 13, 2011

 

Hoy le he dicho a mi madre que no estoy bien. Y esto tiene su importancia, porque en mi familia todo se esconde por no disgustar ni herir. Ni que decir tiene las secuelas que deja eso.

Llega un momento en que ya no escondes nada, sobre todo a tu madre, así es que he caído en la cuenta de que mejor no negar la evidencia y evitar que se preocupe aún más.

A fin de cuentas, no sé si la depresión es hereditaria, pero la compartimos. Cada una a su manera, por distintas causas (o no: somos todos TAN parecidos) y manifestándola como buenamente podemos.

Así, voy siendo feliz a pequeños intervalos cuando desconecto. Riéndome cuanto puedo para reencontrarme con la oscuridad al volver a casa, cuando dejo caer los brazos y me quito la ropa. Y muestro esa cara que tan bien conoce el jevi, pobrecito. La del pánico, la indecisión aplastante, la angustia-tenaza en la garganta.

A veces me pregunto si no puedo estar al menos en un estado neutro durante algún tiempo.

Estar arriba es olvidarte de que volverás a bajar. Pero olvidarte por completo. El mundo es mío y me muevo por él nadando en sus aguas.

Hasta que hace CRAS y se me cae encima, para luchar en un fluido que más parece pegamento y me deja bloqueada por partes. El mundo me come y yo no puedo respirar. Me ahogo en cada vaso de agua, me dan ataques de ansiedad inesperados, me falta el aire, el aire, el aire.

Es un rollo.

Es una mierda.

Y es lo que hay.

sábado, marzo 05, 2011

 

Minibere: (a la salida del cole, en modo “radiopatio”) …y nos han puesto una peli y salía un zorro y salía un perro y eran amigos.

Yo: Qué bonito, hija ¿se llamaban Todd y Toby?

Minibere: Shi. Pero ¡me he perdido un trozo y no la he visto entera!

Yo: ¿Y eso?

Minibere: Que he ido a hacer caca.

Yo: (mascando la tragedia): ¿Caca? ¿y quién te ha limpiado? (4 años, no digo más) ¿tú?

Minibere: No, mamá, que yo no sé bien. Ha sido María.

El jevi: ¿María la profe? (Nos miramos. Lucecita de esperanza pero muy tenue)

Minibere: ¡No, hombre! ¡María mi amiga de la clase! Que como yo cuando me limpio me puedo llenar los dedos de caca, le he dicho a María que lo hiciera ella y me ha limpiado el culo.

[Y aquí no he encontrado ningún signo o carita que refleje el desencajamiento facial del jevi y mío.]

Nota: efectivamente, las bragas las tenía como un cuadro de Pollock.

Nota 2: esto sí que es un amigo de verdad. A ver cuántos tenéis a alguien dispuesto a hacer esto por vosotros ¿eh, eh, eh?

domingo, febrero 27, 2011

 

Odio ir a comprar ropa. De siempre. El haber estado años yendo sólo a tiendas concretas probándome lo que me cabía y no lo que me gustaba, no ha contribuido precisamente a hacerme cambiar de opinión.

No entiendo a esas féminas que disfrutan yendo de tienda en tienda a probarse porque sí. Sin intención de comprar o llevando una montaña de tela en los brazos a-que-es-mono-lo-NECESITO-en-rojo-sí-o-sí. Los ojos a lo Candy Candy o Guerrero Luna, cuajaditos de estrellas ¿Para qué quieren tanta ropa? Si con la mitad ya sobra. A mí, si hubiera que castigarme, esta sería una de las peores formas que se podría imaginar. Encontrar cosas puestas al (lo que a mí me parece) tuntún. Una vez que ves algo que te gusta, acierta con la talla (que en la misma tienda varía según la prenda) y luego, haz cola en el probador, quítate lo que llevas puesto y ve poniéndote cosas. EL HORROR. Y si no has acertado y tienes que volver a vestirte para salir y buscar y volver a desvestirte y… bueno, en fin, que LO ODIO.

Ahora tengo que comprarme ropa SÍ o SÍ. He tenido que desechar toda la mía y la escasa que tengo se me cae. Ayer fue el momento que tanto he ido retrasando. Nudo en el estómago.

La primera imagen, impactante: hombres desesperados, cargados de bolsas, en los escalones de las tiendas, con cara de “lo que hay que aguantar por un kiki al año”. Estuve a punto de pedirle a uno que me hiciera sitio, pero entonces recordé que NECESITO poder ponerme algo.

Objetivo número uno, por cuestiones de orgullo (y especial inquina a las dependientas que me han mirado con cara de ajo cuando he entrado a por ropa de niños) esa tienda en la que llevo más de 10 años sin mirar ropa para mí: ZARA. Me meto en el probador con varias blusas y vaqueros. Las blusas de la L me están bien (snif, emoción) y con los pantalones me cojo un rebote del 15. En el stand sólo hay 36 a porrillo, un par de 38 y un par de 40. Si yo estoy ahora un kilo por debajo de mi peso y el pantalón que llevo es de la 40 y se me cae, la 40 de Zara no me pasa de la cadera y me ha costado un potosí que suba de la pantorrilla ¿¿ESO ES NORMAL??

Dejé de la tienda y, por supuesto, no me llevé las blusas. Tan asqueada estaba.

Cuando me encontré al jevi por el pasillo del centro comercial fui a por lo que realmente me gusta. Al final salí con un perfume de Jean Paul Gautier y no nos llevamos un netbook porque queríamos ver mejor las características técnicas en internet y comparar con otros.

El netbook es CHU-LÍ-SI-MO, está bien de precio, es una pequeña maravilla y hasta el color mola. Estoy TAN tentada de comprarlo…

Ya me vestiré con una sábana y cuerdas si eso.

domingo, febrero 20, 2011

 

O estamos todos locos o depende de si, en un momento dado, alguien te ha colgado una etiqueta. O hay tantos grados de locura que quién sabe. Quién sabe dónde está el límite.

Que cada uno tenemos nuestros fantasmas y esas avispas machaconas que nos persiguen y a veces hacen enjambre y nos pueden. Otras, se mata al bicho de un palmetazo y aquí paz y después gloria.

La patada al avispero suele venir de improviso y convertirse en un drama en menos que pica la primera. Te envuelve y ya no deja respirar, ni ver, ni pensar.

Y esta vez ha sido enjambre MUY cabreado.

Que en los zumbidos van repitiendo las frases que hacen eco en la cabeza desde que recuerdo. Las mismas siempre.

Ser consciente de que es una paranoia no hace que, en su fase más aguda, sea capaz de operar sobre ella. Razonar y darme cuenta de que no puede ser, de que es imposible que todo a la vez esté sucediendo, no me exime de sentirlo y vivirlo como tal.

Es complicado. Como algunas relaciones en Facebook.

lunes, febrero 14, 2011

 

Está claro que el baño del dormitorio principal me odia. Por qué si no me tortura cada mañana con cambios de temperatura al azar.

Pero ya voy aprendiendo y le voy ganando el pulso. Sigue intentando escaldarme/helarme, pero ¡ja! ya no me pilla por sorpresa. También he descubierto que, pegando primero la cortina de la ducha a la bañera con agua, a veces no se levanta para pegárseme, helada, en los riñones.

Los resbalones los tengo más o menos controlados. Vamos bien.

Esta mañana he abierto el grifo y me he inclinado sobre la bañera para regular la temperatura del agua. Juraría que he oído algo así como Vendetta! (¿o era Penitenciágite!) justo antes de que me cayera la barra de la cortina sobre el cogote.

AY OSTIA JOD… ¡COPÓNYA!

Seguiremos informando desde el cuartel general. Esto no va a quedar así.

domingo, febrero 13, 2011

 

Escrito en Julio de 2010.

A veces tengo la impresión de que la vida avanza a saltos. Va fluyendo sin sentir, de pronto hay un parón, un tiempo de sentirse desubicado y ¡plop! nueva realidad. Como el de las mariposas.

El caso es que llega un día o un momento en el que algo hace click y es como si te hubieran quitado un paño de los ojos. De pronto, decides tomar un camino y no otro.

Y no me refiero a grandes decisiones ni cambios. Cosas internas que de pronto ves a una luz nueva.

Yo suelo acompañar esos momentos con cambios de imagen. Bueno, yo y media humanidad, pero en mi caso suelen ser cambios radicales en el pelo. Algo que, no entiendo por qué es tan traumático para algunas mujeres. Me refiero a mantener el corte y largo igual durante años y años y que, si se les corta dos centímetros de más, es un drama que ni Candy Candy.

Siempre he pensado que el pelo crece y el color  se vuelve a cambiar. ¿Qué problema hay? Pero bueno, es difícil que todos compartamos la misma opinión.

La semana pasada me corté el pelo. Mucho. Con lo que me iba cortando el peluquero, iba haciendo un montón. Va a usarlo para rellenos de moño.

jueves, febrero 10, 2011

 

Desde que me he vuelto a dar cuenta (una vez más) de que en el trabajo no hay amigos, ni conocidos ni piedad, ando un poco más cabizbaja. No por triste, que esa parte se pasó, sino por cansada. Cansada mentalmente.

Ya ha pasado también la fase de la angustia de no poder hacer NADA. La de sentirme atrapada por las circunstancias y tener que tragar. La sensación de que me estén agarrando de los brazos y de no poder soltarme.

Llego, curro, me voy. Llego, curro, me voy. No me levanto más que para ir al baño y recoger alguna factura.

Y trabajar así es una auténtica mierda. Sobre todo porque YO NO TRABAJO ASÍ. Nunca lo he hecho.

No leo nada que no sea de trabajo, no me asomo al twitter, no veo los correos. No me paro a charlar con nadie, cuelgo las llamadas personales, no escucho música.

Eso sí, me cunde una barbaridad.

Y también me pasa factura en cuanto salgo por la puerta y se me desborda toda la mala leche donde no debe y con quien no debe. O a solas, que para los ataques de ansiedad no se necesita público.

Y así hasta el próximo revés. Afortunadamente, ya no esperándolo de rodillas y tapándome la cabeza, pero sí bastante jodida.

Cosas que pasan.

He pedido el día libre para no pasar allí el día de mi cumpleaños. Mala suerte: no ha podido ser.

Claro que no todo es malo ¿no? Lo mismo es porque cuando cae el velo negro sobre la cara, todo se ve negro.

Así es que: ya se levantará, o se hará gris.

Igualmente son lentejas.

Pero este es mi blog y me lo follo cuando quiero.

martes, febrero 08, 2011

 

A veces los posts empiezan a moverse y a crecer despacito y adviertes que están vivos. Se retuercen, te llevan a donde no querías, pero sin darte cuenta. Serpientes, ríos, cuerdas de saltar.

A veces los posts crecen vegetalmente salvajes y te devoran las intenciones como una planta carnívora en el silencio más absoluto.

A veces los posts son como gotas de agua con azúcar que te van cayendo en la lengua.

Y cuando intentas atraparlos, se escurren como peces. Peces de gelatina. Gelatina entintada. Tinta de mentira, píxeles, unos y ceros.

Intentas abrir un trozo despacito, porque querías que ahí hubiera una nuez de otro sabor. Pero el post ya ha crecido, se ha hecho fuerte y da coletazos de dragón dejando un rastro a tierra quemada que ya no hay forma de tapar. Te quedas con tu nuez en la mano, con tu mejor cara de gilipollas, como en aquella canción de Javier Krahe.

A veces los post nacen muertos y hay que dejarlos respirar sus últimas bocanadas para luego freírlos con harina o dejar que se disuelvan, así sin grandes traumas. Muertos de humo.

Porque a veces los posts tienen vida propia.

lunes, febrero 07, 2011

 

Yo, que me engancho a todo, creo que podría haber sido cualquier cosa. O no. Porque cobarde, a pesar de todos los esfuerzos maternos para que no lo fuese, siempre he sido un rato. O no.

Podría haber sido maquinera, bacalaera. Una forma de evasión como cualquier otra: bailar hasta desaparecer, hasta perder la noción de todo. Ojos cerrados para ver a través de los párpados los flashes de luz. Podría, sí.

Jugar. Podría haber sido ludópata. Lo soy, bastante.

Pero no, elegí ser lo que ahora, tomándolo a chufla, se conoce como emo. Yo no sé si por aquellos 90 éramos más o menos ridículos que los emo de ahora. Ser siniestro (que era como nos llamábamos entonces) no era que te gustase tal o cual grupo: era un modo de vida. Como ya apuntaba maneras, por supuesto, no escogí, me sentí escogida e identificada por un movimiento negro caracterizado por la introspección y la depresión. Ahí es nada. Y ser siniestro era dejarte llevar por sentimientos oscuros (que tampoco me cuesta nada), ser la más borde del lugar (nadie me quiere, luego no quiero que nadie lo haga) y ponerte el uniforme. El de todo es una mierda y por eso nada me importa. El de los pelos cardados, la piel blanca y todo en negro. Medallones, cruces, labios morados, zapatones con suela de goma negra.

Yo podría haber elegido acercarme a otra cosa. O me podrían haber elegido a mi. Cualquier otra forma de evasión.

Porque al periodo siniestro le siguió el alcohólico en la búsqueda incesante de aprobación e integración. Por supuesto, acabé fumando. Todo para sentirme acogida en el grupo del instituto donde no hicieron más que alimentar mi baja autoestima. Y de eso saqué más depresiones (la cabra tira al monte, qué le vamos a hacer) y paquete y medio diario durante años.

Tengo la impresión de que nunca acabo de encajar en ninguna parte. Mi capacidad de adaptación a cualquier ambiente y persona (cualquiera) que antes parecía una ventaja, no ha sido sino una losa que ha lastrado cada uno de mis pasos.

Y cerca de cambiar de decena, habiendo cambiando de nombre, de ciudad, de físico, de barrio, de estilo, peinado y de pensamiento (en un reinventarme tipo ave fénix con las patas en sus propias cenizas) me pregunto ¿quién soy?

Ya está bien de adaptarme ¿no? Ya está bien :-)

lunes, enero 31, 2011

 

Mi casa, pero aún no. Bueno, mi casa porque tenemos las llaves y nos han transferido la propiedad. Eso que a mí me suena al cartoncito con una banda de color mostaza Calle de Serrano uno dos tres cuatro cinco seis siete sin pasar por la casilla de salida ni cobrar los 200 euros.

Que la señora es “poco curiosa”, nos dijo con un mohín el chico de la inmobiliaria. Angelico, qué trabajo le debió de costar ponernos en antecedentes sin usar las palabras “warra” y “gallinas”. Él se limitó a llamarla, simplemente, Lola. Que esperaba que no nos asustara el olor a perro, que tenía varios…

Lo de warra y gallinas no lo vimos así a priori. Poco curiosa, sí, peste a perro, un rato (un tufo que tiraba p’atrás a pis canino) pero al volver al piso vacío, ay madre. Si en esos muebles y frigorífico guardaba comida es que son inmunes a todo bicho viviente. La casa tiene mierda para alicatar tres cuartos de baño.

Ahora, maja, un rato, la verdad (la señora).

Tenemos tarea por delante, mucha. Ahora estamos viendo cuánto roto y viejo hay que antes no se veía llena de enseres. Y es descorazonador, además de preocupante (que no sé si nos llegará el presupuesto para todo). Así es que además de lo que ya no nos gustaba (los colores estridentes y opresivos, los panelados de madera oscura que hacían poco luminosa una casa totalmente exterior, el baño con cenefa de plástico hasta en la tapa del water) ahora vemos los rotos y descosidos.

Mi favorito, con diferencia, es el baño exterior. Todo en negro y dorado, azulejos grises. Mampara de bañera alternando espejos y paneles imitando a mármol negro y blanco. Más que ducharte parece que vas a dar la última cabezada. Que he visto mausoleos más alegres y con menos pinta de tumba, vamos. Le he dicho al jevi que yo ahí no pongo un pie (ni un culo en el retrete) hasta que no esté todo lleno de lazos y corderitos rosa, por lo de contrarrestar lo más posible el yuyu que me da. Qué repelús, madre. Que estoy por hacer un exorcismo en lugar de una reforma.

El jevi dice que, si le pongo corderitos rosa, me ahoga con la cortina de lazos y me empareda detrás de los paneles imitación a mármol que habrá guardado expresamente para ello (glups). (Ahí sí que lo mismo no le viene mal un exorcista después).

Habrá que llegar a un consenso (por la cuenta que me trae).

Pero da igual. Qué ilusión ir a verla e imaginarme los muebles, los colores claros, el plato de ducha. La luz entrando a raudales. Y Minibere, en el parque que hay a 40 metros del portal, en la misma placita. Un parque infantil con tobogán, columpios, escaleras, agujeros, cuerdas…

Ya he visto los manuales de los electrodomésticos que nos ha dejado la ex dueña de la casa y ¡la vitro es de inducción! (casi doy botes al verlo. Compramos una este verano en plan urgencia y nos quedamos con las ganas por el precio), la nevera está bien y la lavadora tiene tantas funciones que sólo le falta llevar a Minibere al cole. :-)

También nos ha dejado Lola un poto tamaño XL, unos azulejos de adorno con escenas campestres que no llegan a kitsch, así es que se quedan en horrorosos, y tres láminas de, cómo no, unos perros en la hierba.

Y esta será nuestra casa. Ahora sólo queda empezar a llenarla de recuerdos :-) (y gastarnos una pastaca en reformas, y llegar a la extenuación limpiándola). :-))

viernes, enero 28, 2011

 

Días de mierda. Días en los que querría un trozo de seta del delantal de Alicia para hacerme pequeña pequeña y meterme en un bolsillo del jevi. Que me llevase al trabajo, al comedor, a por la niña, en el tren, por la calle. Calentita, mecida, pequeña. Contenida en su mano a ratos, escondida, abrazada, a salvo.

Porque en días así nada es suficiente. Porque en días así querría esfumarme, dormir y no despertar durante mucho tiempo.

Porque sé que esto no pasará mañana ni al día siguiente. Porque sé que sólo me queda esperar a que baje la marea sin ver la línea de costa.

Mientras tanto, me agarraré a minibere y le diré al jevi que me abrace ahora cuando vayamos a dormir.

Después de todo, Alicia no es más que un personaje de cuento, las orugas no hablan (y mucho menos fuman) y hay cosas que no merecen la pena.

Buenas noches.

jueves, enero 27, 2011

 

Instrucciones de uso:

  1. Llenar la bañera con agua MUY caliente
  2. Poner esta lista de Spotify
  3. Ay..uy..ay..aah..meterse dentro…(¡ottiaquemaquemaquema!)
  4. Apoyar la cabeza en la pared
  5. Abrir un poco el grifo y dejar que el agua templada/fresca chorree sobre los pies
  6. Cerrar los ojos
  7. O también… cantar las canciones cual señora con callo doloroso pisoteado sin temor a que vengan los bomberos al rescate, como si no hubiera un mañana.

Y es que estas canciones me tranquilizan, me llevan a un estado Zen que mola. Lo malo es que al final acabo cantándolas como si me fuera la vida en ello, que para eso me sé muchas de las letras de memoria, tanto las he escuchado.

No es sólo el tono o el ritmo: son pedazos de recuerdos que se encienden como llamitas que surgen de repente de un rescoldo, son sentimientos. Algunos tan inesperados como llorar escuchando a Michel Sardou. Y eso que sólo entiendo partes de la letra, pero qué queréis, lo poco que pillo me emociona.

Me faltan unas pocas que no he podido encontrar en Spotify: Closer, de Travis; Dream a Little Dream of Me, por Carly Simon; Otherside, de los Red Hot Chilli Peppers.

En fin, las cantéis a grito pelado, os relajéis con ellas o echéis el kiki del siglo (¿por qué esa manía de música tranquila para eso? ¡lo que pega es marcha!), espero que disfrutéis con mi lista SHHHHH… tanto como yo.

miércoles, enero 26, 2011

 

Y esta viene siendo la banda sonora de mis mañanas. Torture, se llama la canción.

¿Que estamos viviendo en un piso de prestado ya lo he dicho? Y aquí vamos a estar durante un tiempo. Las cosas han venido así. Todo es nuevo, todo es diferente: hay que acostumbrarse, aprender. Cuánta luz entra por las mañanas, a qué hora se baja la basura, cuánto tarda la lavadora y cómo deja la ropa de mojada o seca. Pero, sobre todo, CÓMO REGULAR LA TEMPERATURA DE LA PUTA MALDITA NOARDIERA DUCHA.

Y en esas estamos. Hemos probado todas las combinaciones caldera/apertura de grifo/giro de grifo que se nos han ocurrido. Ya sólo nos falta hacer el pino puente mientras lo abrimos.

El caso es que, no sabemos por qué pero sospechamos que por pura maldad, la caldera empieza a calentar el agua y luego… se arrepiente. Y luego cambia de opinión. Y luego de nuevo, y más tarde otra vez. El resultado final es una ducha escocesa de las que molan, a las 6:30 de la mañana, justo al salir de la cama cuando lo único que tienes ganas es de volver a ella o, en su defecto, MORIRTE.

Cuando empieza a templarse, malo malo, que acaba fría. Si empieza a calentarse, hay que huir despavoridos. Estoy convencida de que, cuando llega a su punto máximo, podrían pelarse tomates a tiras. Un día voy a pedirle al jevi que me traiga unos, porque no me apetece nada probarlo con mi propia piel. Así es que toca primero separar el culo y luego todo el cuerpo y, alargando un brazo que se queda en modo palito de merluza congelado o rollo de kebab requemado (según toque) vas como puedes dándole toques al grifo, así, sin acercarte. Lo que pasa cuando te pilla con el pelo enjabonado es una mariconá al lado de lo peor que te puede pasar. Porque que te entre jabón en los ojos, bueno, vale pero… Lo putopeor guay es que al caer el agua a plomo desde arriba, se forma una corriente de aire que levanta la cortina de la ducha y justo va darte ¿dóndeeeee? EN LOS RIÑONES.

Resumiendo la postura: después del salto de rigor a lo Chiquito de la Calzada (¡jarrl!)  por la temperatura sorpresa, te quitas de debajo del chorro de la ducha y vas dándole toques con una mano al grifo en la postura de la grulla no, en la del culo en pompa, mientras, con la otra mano, vas apartando la cortina para que no acabe pegada a tu costado. Si te pilla con el pelo recién enjabonado, todo esto igual pero a ciegas. ¿Mola, eh?

Como dice mi querido y ridículo Robert Smith, it tortures me to move my hands to try to move at all…

martes, enero 25, 2011

 

Llevo más de seis meses a dieta. Trabajando para cambiar mente y cuerpo. Lo primero no previsto pero tan satisfactorio…

El martes fui a ver a R. y hablamos de la meta. Yo le repetía que no había ninguna meta, que no había nada que celebrar, que estaba a un kilo y medio. Ella me miró a los ojos y me dijo: Bere, que ya has llegado a la meta. Has perdido 30 kilos, estás en peso normal, te doy el alta como paciente. Entras en mantenimiento. Relájate y permítete celebrarlo: ya has llegado.

Estuve la siguiente media hora llorando y todavía no sé por qué. No era alegría ni pena ni victimismo ni emoción. Era haber cruzado la línea de meta y llorar de puro cansancio, supongo. No lo sé.

Me han pasado tantas cosas que no he querido contar, que ahora quisiera transmitirlas todas de golpe. Pero no. Al igual que era incapaz de deshacerme de la ropa que me iba quedando grande, también lo era de compartir nada porque el miedo a no conseguirlo me impedía hacerlo.

Ya he regalado toda mi ropa. Ya he perdido 31 kilos.

He aprovechado también para sacar bolsas y bolsas de basura de mi cabeza.

“Pareces otra persona” –me dicen. ¿Lo soy? No. Yo estaba debajo de todo: de las depresiones, de la insatisfacción, de la frustración, del descontrol, de la desidia. Ahora sólo tengo que redescubrirme en todos los sentidos. Y comprarme la ropa que me gusta, por supuesto.

Ahora tengo que no dejarme bloquear por el miedo y aprender a comerme los elefantes a trocitos. A abrir el paquete de galletas y comerme sólo 3, a dejar de estar pendiente de qué quieren los demás de mí, a no dejarme llevar por la losa de lo que no quiero cambiar, de la indecisión o de la incertidumbre.

Deseadme suerte.

lunes, enero 24, 2011

 

Voy a tener una terraza. Pequeñita, pero terraza. Y en ella voy a poner algunas macetas. No más de tres o cuatro, pero serán de exterior y no se me morirán, porque estarán fuera.

Voy a poner un acuario. Nada del otro jueves, pero un acuario. Y podré relajarme mirando los peces, las burbujas salir, el caracol arrastrarse.

Voy a poder aparcar en el edificio. Y ya no tendré que salir a la calle y andar varias manzanas con lluvia, viento, frío o calor abrasador, ni cargada como un borrico. Voy a tener una plaza de garaje en propiedad y no alquilada.

Voy a poder dormir. Sin desconsiderados que pasen por la calle de madrugada gritando la borrachera o a cualquier hora llamando al bicherío al que pertenecen dando silbidos penetrantes. Sin niños jugando al balón a las 12 de la noche en agosto. Sin reguetón a toda ostia.

Voy a poder entrar al baño cuando quiera, sin angustias. Y abrir la ventana para que ventile o entre la luz. Porque en la que será mi casa hay dos baños y los dos tienen ventana.

Voy a llevar a Minibere al cole de al lado, que es público y bilingüe, donde habrá niños de todas partes pero no sólo inmigrantes que formen guetto y por cuya causa ha estado en colegio privado hasta ahora. Voy a llevar a Minibere a un cole en el que no le van a meter tonterías en la cabeza ni va a llevar flores a ninguna estatua con velo.

Voy a vivir en un barrio tranquilo, con zonas verdes y un polideportivo cerca. Voy a vivir en una calle con varios parques infantiles a mano, un centro comercial a 5 minutos y una cabalgata de Reyes de la que se puede disfrutar.

Voy a tener una cuarta habitación para poder sacar todos los libros que el jevi y yo tenemos en común y cuya tercera parte ha estado años en un altillo de un armario. Y una tercera donde alojar a un futuro minideye, una futura minibere 2.0, en fin, un minibicho, si es que llegase.

Voy a tener una cocina que no es un pasillo donde, estando embarazada, no podíamos pasar a la vez el jevi y yo. Una cocina con tendedero y a la que le cabrá una mesa pequeña, para desayunar. Una cocina donde, cuando venga gente, pueda entrar y no quedarse fuera o salirse para que abra la despensa. Donde se pueda abrir la puerta del lavavajillas y a la vez las puertas del mueble de enfrente.

Voy a tener luz. Voy a poder poder poner aire acondicionado y los plomos no saltarán cada vez que encienda dos electrodomésticos a la vez.

Voy a firmar las escrituras de un piso el jueves. Y entonces será mi casa. Nuestra casa.

Sonrisa

domingo, enero 23, 2011

 

No hace frío. El frío está en la mente. El frío es un estado mental. No hace frío.

Llevo puesta una camiseta interior, un jersey de cuello vuelto, la parte de arriba del pijama, una bata, una bufanda, un gorro de lana, el pantalón del pijama y dos pares de calcetines.

Como me caiga, reboto.

No hace frío. El frío está en la mente. El frío es un estado mental. No hace frío.

Y UN COJÓN.

P.D.: Lo más cachondo de todo esto es que el jevi ni me mira, ni se está riendo de mí, ni ha hecho ninguna gracia al respecto. Es lo que tienen más de 9 años de matrimonio…

martes, enero 18, 2011

 

Con la mudanza, se me metió esta canción en la cabeza. A saber por qué. Fui a buscar el CD rápidamente a las estanterías, antes de que se lo llevasen todo… y me equivoqué de álbum. Cuando volvimos ya se los habían llevado. La historia de mi vida. Mi vida en un guardamuebles.

Y después he ido conduciendo de punta a punta, como quien navega a través de las ondas de esta canción en la cabeza. Un bálsamo, un amanecer despacito. A la letra, mejor no hacerle caso. Después de todo es un grupo de los que llamaban siniestros o góticos.

No es el fin del mundo, es el cierre de una etapa. Es la puerta de nuestra ex casa con un golpe seco, que ya no encajaba bien. Es la despedida con eco. Las paredes desnudas, las persianas rotas. Una paloma de plástico de la granja de Pin y Pon.

Y esa sensación extraña de pasar por delante del portal y saber que ya no tengo llave, que ya no puedo subir, que mi casa ha desaparecido, que no es mi casa, que ya sólo existe en un tiempo que pasó y en mi cabeza. Esta cabeza que llevo perdiendo desde el día en que abrí los ojos. Perdido. Y, durante un breve parpadeo, el impulso de subir y sentarme en el sofá para doblar la ropa, ponerme una coca cola, encender la tele, ponerme el pijama.

Me faltan los chinos de la tienda de alimentación, que siempre tienen una sonrisa y todo pulcro y ordenado. Me falta la frutería de la esquina; las bromas con Pedro, el del garaje; saber cómo le va a la niña de Jose; mis macetas; la gata de la vecina. Me faltan los “eh, ya que andáis por ahí”. Me falta sentirme en casa.

Pero también me sobraban demasiadas cosas.

Estamos perdidos. Vivimos de prestado y lejos, pero vivimos. Aún no podemos empezar a acondicionar la que será nuestra vivienda definitiva, así es que damos las gracias por tener un techo bajo el que  guarecernos durante unos meses.  Y nuestra vida no está en un guardamuebles: nuestra vida somos nosotros. Sólo que, a ratos, cuesta un poco decir adiós, aunque la despedida haya sido deseada, aunque sea para cumplir un deseo. Aunque el jevi lo lleve peor que yo y no sepa cómo ayudarle.

Estoy más tranquila que otra cosa, en stand by. En fin, supongo que no estoy triste, it’s just the way I smile.

Porque no estoy triste, más bien todo lo contrario Sonrisa

 

Dios pío ¡vuelvo a tener conexión a Intenné! ¡SÍ SÍ SÍ SÍIIIIIIIII!

[¿enganchada yo? quevaquevaquev…]

lunes, enero 03, 2011

 

No acabo de entender eso de los propósitos de Año Nuevo. ¿Por qué ese día y no otro para cambiar o hacer lo que debes o quieres? Igualmente los he hecho estos dos últimos años, porque total, es tan buen momento como otro cualquiera y es cuando me he acordado. Aún así: ¿Por qué hay que pensar que todo va a cambiar porque se cambia un dígito? y ¿qué cierre de etapa representa el cambio de un dígito si al día siguiente seguimos siendo los mismos, en el mismo sitio, con nuestras mismas miserias y alegrías?

La respuesta, para mí, es: tú debes provocar los cambios, tú tienes el control de tu vida. A veces podrás y a veces no, pero no actuar no te lleva más que a la misma situación. En conclusión: si en tu cabeza haces borrón y cuenta nueva para agarrarte al nuevo año, enhorabuena.

Me ha pedido R. que haga balance, que TENGO que hacerlo. Y como sigo ciegamente sus instrucciones, habemus balance.

1. He conseguido vender mi piso después de 2 AÑOS. Me marcho de un barrio que no me gusta y en el que me agobio.

2. He conseguido comprar un piso con muchas de las características que quería y en la zona que quería. No es un chalet ni una mansión ni tiene piscina ni las habitaciones son mayores ni… pero… ¡Yuju!

3. He tenido un aborto espontáneo en una fase temprana de embarazo. Son cosas que pasan. Lo malo es que ya van dos así y lo de Minibere también empezó con riesgo. Fue un palo, sí. Pero quedó atrás.

4. He perdido casi treinta kilos y a día de hoy sólo me quedan dos o tres para llegar a la meta. He aprendido tanto en el proceso, he ganado tanto, que no podría explicarlo en tres líneas. Casi ha cambiado más mi cabeza que mi cuerpo.

5. He tirado y desechado tanto física y mentalmente, que ahora tengo hueco para muchas más cosas.

6. Me han hecho fija en el curro, cambié de jefe y dejé de amargarme por la impresentable de mi ex jefa, cambié de tareas y ahora hago algo mucho más estimulante. No es que sea el curro de mi vida ni ninguna maravilla: pero estoy mucho mejor que en 2009.

7. He vuelto a sorprenderme, una vez más, de la enormísima suerte que tuve el día que el jevi y yo decidimos no ya pasar juntos el resto de nuestra vida (que eso suena a condena) sino empezar una vida juntos. Y es que, sin él, no hubiera sido capaz de hacer que ocurriese mucho de lo positivo que nos ha pasado.

8. He conocido nuevas personas y nuevos puntos de vista y me he empapado de lo distinto tanto en la blogosfera como en la ¿vida real? Guiño

Puedo decir que ha sido un buen año. Voy a contracorriente, lo sé. No hago más que leer posts de gente que pone todas sus esperanzas en el nuevo año y que se alegra de dejar atrás un nefasto 2010.

En mi caso, no.

Whatever, que decía Sebastian. Igualmente os deseo a todos que no sólo este cambio de fecha sino todos lo siguientes años no paren de ocurriros cosas buenas, y que las malas sean las menos y se arreglen pronto.

Gracias, de nuevo, por leer mis desvaríos.

Pss pss sgueme
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