domingo, junio 27, 2010

 

Jate qué suerte la mía, que tengo ducha escocesa y señora de la limpieza, todo en uno.

¿Quieres conseguir lo mismo? ¡Pregúntame cómo!

Bueno, no hace falta que nadie pregunte nada, total: lo voy a contar lo mismo.

Es muy fácil. Lo primero que se necesita es una señora que vaya a casa a limpiar una vez por semana. Si la susodicha es de algún país que arrastre las erres y tenga la delicadeza de un tanque en una tienda de vajillas de porcelana, mejor que mejor (hombre, no es imprescindible, pero ayuda).

Lo segundo, que a la hora que vaya a tu casa, estés en la ducha.

Lo tercero, y aquí viene lo fundamental, que lo primerito que haga al llegar sea meterse en la cocina e ir abriendo y cerrando alternativamente el grifo del agua fría y el de la caliente hasta que salgas de la ducha con medio cuerpo escaldado, el otro medio contracturado por el frío y un tic espasmódico en el ojo  del mal rato.

Y ya tienes tu ducha escocesa sin haber ido a un spa ni nada, que dicen que para la circulación es buenisísisisisisisma.

Ea, pa que luego digan que soy negativa y no veo el lado positivo de las cosas.

sábado, junio 26, 2010

 

Venden la casa de mi bisabuela. Esa que fue de sus padres y a la que volvió cuando su marido cogió la bici y se fue a Madrid sin decir ni pío. Que no al pueblo de al lado ni a por tabaco, no: a más de 500 km. Una mujer pequeñita y delgada, toda nervio y trabajo duro con tres hijos, el mayor con tres años. Una mujer seca y con muy mala leche.

En esa casa de tres habitaciones vivieron muchas mujeres de la familia que, por una u otra causa, acabaron solas con sus hijos.

En esa casa estaba la dama de noche y el patio lleno de macetas. Y el lebrillo. Las salamanquesas, los abanicos de plástico, las sillas de enea. El hule y el gran botijo blanco con su cigüeñita de plástico para tapar el agujero, los botijos pequeñitos para los niños. Los soldaditos de plástico, el agua fría y distinta del grifo pequeño de la cocina.

Las novelitas para mujeres, los folletines del Oeste. Estela y su vestido de novia y Por un puñado de dólares, así, sin transición alguna, me las iba bebiendo con los ojos. Porque mi bisabuela leía muchísimo. Como toda su descendencia.

Esa casa que huele a tierra mojada, a galletas Cuétara (que siempre me han sabido a manido) y a tortas locas.

Cayéndose a pedazos, que nadie la quiere y no se vende. Y que yo no puedo comprar, aunque ya me gustaría.

Esa casa de la que tengo que hablar para que no se pierda, pero que cuando intento describir es un nudo en el pecho y una bofetada de olores tiernos, a verde, a limones, a eucaliptos, y una mezcla de sentimientos que no sabría desenredar. O sí.

Lo que se vende no es una casa, es la historia de unas vidas. De las mujeres que en ella lucharon por salir adelante, de la infancia de sus hijos y nietos. De donde mi madre salió vestida de blanco para emigrar. Donde, durante muchos años, nos hemos reunido cada sábado por la tarde varias generaciones. Lo que se vende es un pedazo de nosotros.

viernes, junio 11, 2010

 

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Por la casa en la que vivía, la primera vez que oí esta canción debía de tener entre 2 y 4 años. Y lo recuerdo. Sonaba en la radio. Yo estaba en la cocina mirando el mando de la lavadora. Mi madre no me dejaba tocarlo. Era gris y tenía unos triangulitos (cabezas de flecha en realidad) para señalar un programa u otro. Los triángulos me parecían la expresión perfecta de los ruiditos de la música.

Me he preguntado muchas veces por qué narices le pondrían el título de Pop Corn (Palomitas de maíz). Y hoy, treinta y pico años después, he caído mientras conducía de vuelta a casa. Pensamiento a la velocidad de la luz, que dicen.

Treinta y pico años después, sigo viendo la rueda de la lavadora a la altura de mi frente, gris y con triangulitos negros, cada vez que la escucho. :-)

martes, junio 08, 2010

Primero fueron las manzanas y tuve que buscarlas yo sola.

Y luego los cascabeles que me recordaban que hay gente que merece la pena.

Volver al centro comercial al que íbamos casi a diario y del que conocíamos cada rincón sigue siendo recordar que era donde huíamos del puto curro. Donde buscaste el vestido para la graduación secreta de tu chico, donde compré poco a poco todo lo que necesitaría para la llegada de Minibere, donde escogiste ese móvil tan morado y tan fashion, donde todo.

Cuando ya es apenas una media sonrisa y un dónde estarás, busco la tienda y no hay forma. Andén 9 y 3/4. Miro y remiro. La tienda de los olores y la francesa coñazo, de los jabones milagrosos y las cremas de fruta. Esa que íbamos a montar en el Bernabeu. Plop, como una pompa de jabón. Y es que incluso su espacio ha desaparecido, se lo han tragado una óptica y una tienda de gilipolleces de la naturaleza (sí, bueno, de esas que tanto te gustan, sigh).

Entrar en ella y recorrer las estanterías era como volver a visitarla contigo y oír tus explicaciones. Una punzadita dolorosa pero a la vez suave y dulce. Entrar en ella e ir a tiro fijo, a por lo de siempre que no encuentro en ninguna otra parte. Que la francesa coñazo me diera un poco la chapa y no nos recordara después de tantas veces.

Me paro en el pasillo, incrédula. Porque tú no estás y ahora la tienda tampoco.

Y duele mucho más de lo que yo sé explicar.

viernes, junio 04, 2010

Os propongo un ejercicio de visualización. Primero hay que ver el vídeo (venga, aunque sea sólo unos segundos) y después hay que imaginarse a las protagonistas sin tutú pero con pantalón elástico por debajo de la rodilla.

¿Bien? Sigamos: camiseta color berenjena, zapatillas deportivas blancas, calcetincitos ridículamente pequeños y blancos, una diadema sujetándoles el pelo, un botellín de agua en una mano y una toalla en la otra. La cara de panoli es opcional, pero también es parte de la imagen.

Sí, soy yo. Y lo vuelvo a intentar con el putostep. ¿He dicho pustostep? No. En realidad no tengo ni idea de a qué narices me he apuntado porque es un gimnasio de esos que pagas la cuota y te metes en la clase que quieras. Y esta decía: Aerobic-Step pero lo que hemos hecho ha sido tortura extrema Step y Batuka ¿¿por qué por qué tanto dolor??

Hala, con dos cojones y un palito.

Ha entrado en clase un niño de impresión y nos ha dado la paliza de nuestra vida. Que yo ya había ido a clases de aerobic, pero, o esto es el modo “Fast Foward” o lo que yo hacía antes era una mariconá para florecillas. Dios mío qué mal lo he pasao.

El yogurín es de infarto: guapo, buenorro y no veas cómo baila el cabrón, qué cuerpazo, qué… va, que me disperso. El yogurín nos ha metido tal caña que hasta él estaba asfixiao.

Y yo, al igual que nos pasó una vez a una amiga y a mí, que descubrimos en nuestras propias carnes que se podía llorar de miedo, por primera vez haciendo ejercicio he tenido unas ganas locas de llorar a mares. Tal era el sofoco y la adrenalina.

Pero no, no lloré. No hubiera podido más que hacer el gesto porque todo el líquido de mi cuerpo estaba concentrado en salir a chorro por todos los poros a la vez (y otros más que debieron de salirme debido al esfuerzo). De hecho, tengo la impresión de que me sudaban hasta las córneas.

Y encima he pagado el mes entero.

Me pregunto pa qué narices querré yo hacer ejercicio o adelgazar, con lo feliz que soy espanzurrá en el sofá. Que yo ya no estoy ni pa hacer el cabra ni pa yogurines danzantes.

Y encima decía: venga, ahora relajación para bajar las pulsaciones. Y yo a punto de que me bajaran de golpe: parada cardiaca y a tomar viento. Esto no puede ser bueno, no señor.

Cuando he llegado a casa, me temblaban las piernas y el jevi se ha asustao de verme el color amoratao que traía… Y ahora me duele hasta el carné de identidad.

En fin. Seguiremos informando si es que sobrevivo. Y al que me diga que el deporte es salud, me cagoen…

jueves, junio 03, 2010

Los cristianos exigen respeto...

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Exigimos respeto, pero nunca lo tenemos hacia los demás. No tenemos que justificarnos: somos mayoría.*

Y me ha venido al pelo esta viñeta porque es una actitud que me toca mucho las narices. Yo soy atea. No he bautizado a mi hija, no hará la comunión, no voy a misa, no rezo. Punto pelota ¿punto pelota? No. Hay gente que cree que tengo que dar explicaciones por ello. ¿Y por qué? ¿y qué tiene de malo? Y eso no hace daño. Y digo yo: joder, te doy yo la vara con cuestiones como ¿y por qué crees en algo irracional? ¿y por qué tu dios permite el sufrimiento y tortura de niños? ¿y por qué vas a vestir de blanco/marinerito/capitán de la marina a tu hijo y hacer el paripé para gastarte más que en una boda? Yo no voy haciendo ese tipo de preguntas: me parece una falta de respeto. Que los demás me respeten a mí, es lo que pido.

*Visto en el muy irreverente y divertidísimo blog ateo:  LOL god. En él no se libra de recibir caña ninguna de las religiones mayoritarias.

Pss pss sgueme
Bereni-C reloaded

Marcas de ganaderos
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