martes, julio 29, 2008

E inauguramos esta nueva sección de Recetas de la Awela con un truqui [madre, cómo ODIO la palabra "truqui" de cachi guay piruli boquita de piñón soy taaaan buen rollito...] de lo más sencillo y efectivo: cómo ponerse moreno en un pis pas mirusté endevé. Començons:

 

INGREDIENTES

1 Bote de crema hidratante corporal (mejor si es de esas que va bronceando gradualmente y que no sirven más que pa ponerte amarilla pasado un siglo)

1 Bote de Cola Cao Light

2 Manos de mantequilla/merengue

 

INSTRUCCIONES

1. Levantarse pa ir al curro con la legaña puesta

2. Darse una ducha (la higiene es importante, pero si no se ducha uno también se le pegará el moreno, atentos a las instrucciones).

3. Embadurnarse de crema hidratante con la vana ilusión de que el color blanco lechoso, también conocido como "peo mono" [N.del T.: pedo de mono] puede convertirse en un bonito dorado si uno se embadurna con fe y devoción.

4. Oír los gru-grus mañaneros tocando "El Danubio Azul" ("Paquito Chocolatero" puede valer igualmente) y dirigirse a la cocina a desayunar.

5. Abrir el bote de Cola Cao Light y darse cuenta de que tiene poco contenido y compacto. Decidir que lo mejor es taparlo bien y agitar el bote cual maraca de Machín [N. del T.: léase "mamá-tirita"], coctelera como en la peli de tomcruiss o epiléptico mañanero.

6. Darse cuenta de que la tapa no estaba bien colocada.

7. Comprobar que un fino polvo marrón cubre a parches gran parte del cuerpo, y que dicho polvo está como soldado a la pringue de la crema (ver punto 3).

8. Decidir si echarse a llorar o cantar "Mami qué será lo que quiere el negro"

 

Yo no lloré. Me pregunto qué pensarían los vecinos a las 7 de la mañana...

sábado, julio 19, 2008

Que cuanto peor es menos lo hablo.

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Qué asco de calor y de verano.

lunes, julio 14, 2008

Empezar un libro. Porque está ahí, sí. Y si lo tengo es porque me ha gustado el título, o la portada, o su reseña en una revista. Normalmente, no suelo leer libros que me regalen. La obligación de leerlos en función de los gustos literarios del que regala bloquea cualquier deseo de abrir tan siquiera la tapa. Claro que hay excepciones, pero eso es otro tema.

Empezar un libro. Acariciarle el lomo, oler su contenido, hacerme a la idea. El miedo. Y si no me gusta, y si es un bodrio, y si. Y si remueve cosas que no quiero remover, y si es una estupidez o un insulto a la documentación, la lógica, la traducción, lo que sea. Menudo cabreo, menuda pérdida de tiempo. Algún encuentro he tenido en los que el susodicho taco de hojas no ha salido volando por la ventana porque me he contenido.

Voy a iniciar una nueva lectura. Esto es entre tú y yo. Sobre mi mesilla o en la estantería. Ahí. Pasan los días, las semanas, los meses. Incluso los años. No me acabo de decidir, no. Hasta que un día me lanzo y me obligo a pasar de la primera página, a superar la pereza de conocer a los nuevos personajes, a hacer el esfuerzo por sumergirme en un algo que por ahora es lo desconocido.

Hasta que un día me lanzo y... Me gusta, me fascina, lo devoro. Ya sólo me quedan cuatro o cinco páginas. Tengo que parar. Se acaba. Y luego sé que vendrán otra vez el vacío, la pereza. Paladeo su olor, el tacto de las páginas, intento postergar lo inevitable. Cerrojo y fin. Quedarme como un pasmarote ante la última página, sin querer creerme que eso es todo. Este libro fue impreso en los talleres... patético. Se acabó pero yo sigo buscando. Hasta que me doy por vencida y doy la vuelta a la puerta definitiva, contraportada y ruido de pared que se sella.

Aquí estoy justo antes de. La historia de Firmin no promete un final feliz. Pobre rata. Pero yo no quiero dejar de leer, ni separarme de Firmin. Pero quiero saber, pero si sé, se marchará y ya no habrá más rata ni más monólogos de rata. No creo que busque más obras del mismo autor ¿para qué? ¿para desengañarme una y otra vez de la desgracia de que el primer libro que leí de García Márquez tuviera que ser, precisamente, Cien años de soledad y que todo lo posterior me dejara un hambre voraz por su surrealismo mágico nunca vuelto a encontrar? (sí parecido, no igual). Ahí se quedaron Meme, Amaranta. Y en otros libros, Sophie, Lolita, Charles Ryder, Alicia, Horacio Oliveira, Dorothy, Harry Potter, Trul y Clapaucio, Alfanhuí y tantos más. Tuve que despedirme de ellos como quien se arranca una tira de cera de las piernas rasssssssssssssss, sin querer, por obligación. Quedándome así como coja o huérfana durante un tiempo. Sabiendo que ahora me toca llenar el hueco y dándome TANTA PEREZA empezar otra búsqueda.

Alguna vez he pensado en no seguir leyendo. Y ya está. Ahí se queda Firmin, sé que sigue contando su vida, sé que está ahí vivo. Pero no soy capaz.

En fin. Voy a leerme el último capítulo. Firmin, allá voy.

domingo, julio 13, 2008
Sed

D. tiene una sed terrible, tipo cartel de 7eleven: nunca se apaga.

D. va a la piscina una vez por semana, toma dos litros de agua al día, sobre su mesita de noche -cómo no- Agua, de Joaquín Araujo.

Le gusta caminar bajo la lluvia y sentir cómo se le pega el pelo a la cara, cómo le va pesando la ropa. Son cosas que le hacen sonreír.

Pero sed ¿de qué?

D. navega, saborea, compara marcas de agua y no cambia la suya por otras. Ha probado a leer, viajar, escribir, comprar compulsivamente, emborracharse hasta perder el sentido, correr con los ojos cerrados. Y... nada.

Sus tripas son una esponja, la magdalena del chiste, un colador, un tamiz, el desierto lunar. D. se consume y, mientras tanto, gasta todo el dinero que gana en beber.

Puede que D. no necesite agua, puede que ni siquiera tenga sed de ella. A lo mejor de lo que tiene sed es de la propia sed y así, claro, quién puede saciarla.

viernes, julio 11, 2008

Pero pero pero ¿¿¿DE VERDAD LOS ANUNCIOS CON GENTE BAILANDO Y CANTANDO SIRVEN PARA ALGO QUE NO SEA QUE TE ENTREN GANAS DE MATAR A LOS PUBLICISTAS SUBNORMALES Y DE NO USAR ESOS PRODUCTOS NI QUE TE PAGUEN POR ELLO???

Son ridículos, patéticos, no hacen ni puta gracia, te quitan las ganas hasta de fumar. Desde el del aceite la Masía hasta los de Dan Up. No sé cuáles me dan más rabia, si los de gente disfrazada que pretenden ser divertidos o los de bailarines con sonrisa de dientes apretados y ojos abiertos de par en par que dan ganas de partirles la cara a puñetazos.

Losodiolosodiolosodiolosodiolosodiolosodio.

P.D.: No me vengáis con que aún recuerdo el de la Masía, odié tanto el anuncio que desde entonces no he vuelto a comprar el aceite.

lunes, julio 07, 2008

En pleno mes de julio. Sí.

Adoro el sol de invierno. Hace frío pero calienta, es agradable, es una caricia en la piel. Es sonrisa, bienestar y picorcillo TAN suave.

Increíble. Tres de la tarde, salgo de comer. Dentro hace un fresquito estupendo y yo soy muy calurosa pero entonces... el sol, así, de repente. Me paro. No me había dado cuenta de que tengo los dedos de los pies fríos fríos fríos. Hay un espacio entre los edificios donde el sol cae a plomo. Me siento en la acera, me quito los zapatos, me froto los dedos entre sí. Es un sol de invierno. Porque hace casi frío en ese tramo desolado, porque siento que me trepa el sopor como cosquillitas en las piernas y casi oigo pop pop pop cómo me van saliendo las pecas a ambos lados de la nariz.

Cierro los ojos y cae sobre mí una lluvia de luz como un velo de caricias mientras suena el Under the Bridge de los Red Hot Chili Peppers.

Soy feliz.

domingo, julio 06, 2008

Bueno pues... he tenido que dejar el aerobic y la natación. Tengo una contractura en la espalda gracias a la cual no puedo estar sentada mucho tiempo. Ni os cuento los numeritos en el curro. Y es que también tengo la suerte de que hago el trabajo de una compañera que está de vacaciones, así es que mejor nada de baja y más con un contrato temporal (y más con la jefa que me ha tocado, no quiero contar nada más).

Tengo tal volumen entre mi propio trabajo y el de mi colega que me despierto varias veces por la noche con taquicardia y faltándome el aire.

Estoy volviendo a comer con ansiedad y tragando sin masticar. Afortunadamente, no tengo mucho tiempo de comer y, cuando no estoy currando, siento un impulso casi irrefrenable por no estar quieta. Esta mañana a las 9 ya había recogido la cocina, puesto una lavadora y me había duchado esperando a que minibere se despertara para llevarla al parque. He dormido poquísimo y aún así me he pasado el día recogiendo la casa, he arreglado un perchero... En fins. ¿Lo bueno? Que en cuanto me tumbo en el sofá (no soporto estar sentada) me duermo. ¿Lo malo? Que estoy agotada pero no puedo ni parar ni dormir más de dos horas seguidas sin despertarme angustiada.

Lo único que me anima, aparte de los besos babosos de minibere, es la idea de que en septiembre se me acaba el contrato. Y lo digo totalmente en serio.

Así estamos. Seguiremos informando.

Pss pss sgueme
Bereni-C reloaded

Marcas de ganaderos
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