Días de mierda. Días en los que querría un trozo de seta del delantal de Alicia para hacerme pequeña pequeña y meterme en un bolsillo del jevi. Que me llevase al trabajo, al comedor, a por la niña, en el tren, por la calle. Calentita, mecida, pequeña. Contenida en su mano a ratos, escondida, abrazada, a salvo.
Porque en días así nada es suficiente. Porque en días así querría esfumarme, dormir y no despertar durante mucho tiempo.
Porque sé que esto no pasará mañana ni al día siguiente. Porque sé que sólo me queda esperar a que baje la marea sin ver la línea de costa.
Mientras tanto, me agarraré a minibere y le diré al jevi que me abrace ahora cuando vayamos a dormir.
Después de todo, Alicia no es más que un personaje de cuento, las orugas no hablan (y mucho menos fuman) y hay cosas que no merecen la pena.
Buenas noches.
Oh, vamos, Bere, tú no puedes estar asín, que eres mi heroína...
Cuidado con los espejos. No te hagas pupa.
Buenas noches, Dama Bere. Pasará el bajón, ya verá.
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