sábado, septiembre 13, 2008
Leo los efectos del Prozac en un libro y me pregunto si alguien me lo está suministrando sin que me entere.
Las cosas no tienen tanta importancia. No me queda más que dejar que el tiempo pase soplando y moviéndome el pelo suavemente y disfrutar de los olores que trae. El ciprés amargo del patio de mi colegio, el asfalto mojado de la ciudad sucia, el calor en la lengua de las mañanas con café, el aleteo de las hojas que van cayendo, sin que pueda ni deba hacer nada; aunque a veces casi cueste.
¡¡Ains!! Estás agotada ya? Respira hondo y comete una onza de chocolatillo...
Un beso.
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