Todos hemos tenido alguna vez un momento de esos en los que un olor o sabor te transporta FLASH durante unas décimas de segundo, a otro lugar y otro tiempo.
El olor de las cáscaras de plátano me lleva al patio del colegio de educación infantil donde pasé de los 2 a los 4 años.
El de los eucaliptos, a la tierra marrón, pucheritos de lata, semillas de una planta que hacían de garbanzos, la tapia de las locas.
Ay amor, de Victor Manuel, me convierte en una niña con una mini portada de cartón reproducción exacta del single, que contiene un disco de chicle (con sus surcos y todo) y se me viene el sabor de fresa a la boca.
Un aroma particular de un ambientador que hace años que no he vuelto a encontrar: tengo 5 años, mi padre ha llevado el coche a una estación de servicio para que se lo laven. Me gusta MUCHO entrar en el túnel de lavado: los rodillos tienen largas tiras rojas y blancas. Es de noche. Le regalan a mi padre un ambientador: es un semáforo en el que las luces contienen líquido.
Flamboyant, de Pet Shop Boys me lleva, muy a mi pesar, por un polígono industrial, de vuelta a casa, con los ojos llenos de lágrimas y un coche demasiado veloz y caro. El sabor del Trident de fresa como un estallido en el paladar.
El olor de una colonia de hombre que mucho me temo que ha dejado de fabricarse. Tengo 11 años y un libro de inglés prestado delante. Me estudio la lista del vocabulario.
La guía del autoestopista galáctico: desnuda bajo las sábanas, me duele, me duele. Espero mi turno para el quirófano. Quiero que todo pase.
Piece of me, de Britney Spears: me bajo del autobús para entrar en mi nuevo trabajo.
Me gustaría que me contáseis vuestras pequeñas regresiones, esas mini máquinas del tiempo que sólo funcionan hacia atrás.
Antes de ayer, como he contando en el blog, hubo un concurso de coches a vapor en mi facultad. El requisito para calentar el líquido a evaporar (no era agua) era calentar el recipiente con velas de cera o de parafina.
La parafina quemada tiene un olor muy característico. El mismo que producía un tren que tuve de pequeño. Se movía por electricidad, pero podías echarle un aceite para que se produjese el efecto de salir humo por la chimenea en pequeñas volutas, como si fuese un tren. A eso olía la cafetera móvil, a mi infancia.
Creo que de este post va a salir un meme espontaneo muy interesante :-)
Más de uno se va a animar a escribir sobre sus flashes
Ay qué bonito, Gui.
Yo tengo muchos flashes de esos, pero anoche sólo me acordaba de estos pocos.
También había pensado que no estaría mal endosarlo como meme ;-)
Yo lo he contestado en mi blog, me parecía una excusa perfecta para usarlo como meme improvisado! :)
Los tuyos son bonitos pero se me antojan todos, tuyos o suyos o míos propios tan melancólicos, tan tristones... qué cosas!
Besos!
...el olor a gofre de la estación de sol me recuerda siempre a mi primera semana viviendo en madrid...
pero todos tenemos millones de flashes y si ya nos ponemos con canciones...tendríamos que hacer un blog aparte...
Yo no tengo recuerdos de ese tipo... :'(
No soy capaz de recordar ninguno ahora, pero puedo decir que es terrible cuando te pasa pero solo sientes el recuerdo inminente... que no llega a salir. Qué sensación de pérdida.
Sí puedo decir algo parecido. De pequeño, tenía metido en la cabeza un sabor, con su olor, que era ficticio. Era lo más repugnante para mí. Lo recordaba tan nítido como si realmente lo hubiera probado alguna vez, aunque creo que nació en un sueño. En lo físico, tenía asociadas sus sensaciones con algo imaginado también, no sé por qué, parecido al pan de gambas chino, ese blanco que parecen "bocabits" o porexpanes de embalaje.
Lo curioso es que sigo recordándolo bastante claro.
El olor a lejía. Siempre me hace pegar un salto treinta años atrás: me recuerda cuando era pequeña y mi madre me acariciaba el pelo. Por alguna razón lavaba a mano las prendas blancas y sus manos siempre olían a mezcla de lejía y jabón.
Podrás suponer que en mi casa no se compra lejía perfumada de ésas que se llevan ahora :-)
El olor a plastilina me lleva directamente a mis 4 años, sentada en la consulta de un psicopedagogo.
Ya en ese entonces pintaba rebelde...
Aún no me han dado el alta.
Me encanta tu blog!
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