miércoles, julio 28, 2010
Pero otros días los arabescos no lo son. Las manos no alcanzan a dibujar, faltan la tinta, el alma y la voz. Y sobra peso. Tanto, que apenas se puede levantar el dorso.
El aire es finito finito y la voz se pierde. Un intento tras otro pero nada.
Me derramo por las paredes, que devuelven el eco como si fueran cuchillos. No se puede dibujar en el agua.
Quizás otro día.
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