miércoles, junio 03, 2009
K. mira la puerta y de pronto siente que no será capaz de abrirla porque al otro lado.
La oye latir y respirar bajito. Cric cric sss.
Porque al otro lado hay una luz cálida y le llorarán los ojos.
K. mira la puerta y sus promesas de paraísos redondos. Decide que la tensión del placer contenido es demasiado.
Porque al otro lado.
O quizás no haya nada más que vacío. Y eso sería aún peor.
Por eso K. apoya la frente en su superficie porosa primero y, luego, la mejilla; cierra los ojos, la roza con los labios, se despega de ella con un dolor casi físico, y se marcha.
Gallinácea.
Cóco-io-cóco.
cómo me gustan las vidas ejemplares .... ay.
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