lunes, marzo 09, 2009
Empecé a escribir mails cortitos para que los recibieran el lunes a primera hora, cuando yo ya no estuviera. Les decía qué habían significado para mí y por qué los apreciaba. De modo particular. Que los correos colectivos son fríos e impersonales y uno nunca sabe si está en el lote por puro azar o compromiso.
Luego me di cuenta de que para algunos iba a necesitar más de dos líneas. Para otros, con una me bastaba. Y para qué.
Al final, a quien más tenía que decirle, le di un abrazo incómodo y aproveché para darle las gracias por todo, que ha sido mucho.
Lo demás, se queda en el tintero. Una vez más.
supongo que no sirve de consuelo, pero yo cai el día 2, Bere...
Un beso, y como decían en la 2ªGuerra Mundial, Vive la Resistance :-)
A mí las mcosas que no digo me pican mucho en la garganta, así que las acabo diciendo y me suelo quedar bastante mejor (casi siempre).
Era una buena idea, siempre la puedes retomar cuando te vengan las ganas y escribirles esta noche, manyana, al otro. ¿Por qué no?
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