Yo no quiero que te quedes cuando no quieres, por eso te ato finito con una soga que se estira estiiiira estiiiiiiiiiiira. Ni por un momento dejo de sentir la vibración y sigo soltando sedal y sedal, ris ris hace el carrete. En realidad yo quiero que te quedes pero no de otro modo, así es que me alejo y así sé que cuando vienes es porque quieres. Y de tan lejos ya no me sientes. Yo espero. Y nunca tiro. Y de tanto esperar ya no recuerdo a qué espero. Miro la soga en mis manos, delgadísima, casi transparente. Creo que ya no tiene sentido. Y de tanto esperar el día que vuelves apenas te reconozco. Y me pregunto qué ha pasado. Y llego a la conclusión que esa cuerda es sólo es un símbolo y la dejo ir. Y te dejo ir. Y ya no vuelves. Y ya no me importa. Aunque a veces me miro las manos y, al ver las marcas, no puedo evitar mirar hacia el horizonte por si veo tu reflejo bailando entre espejismos.
lunes, enero 28, 2008
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