Primero fueron las manzanas y tuve que buscarlas yo sola.
Volver al centro comercial al que íbamos casi a diario y del que conocíamos cada rincón sigue siendo recordar que era donde huíamos del puto curro. Donde buscaste el vestido para la graduación secreta de tu chico, donde compré poco a poco todo lo que necesitaría para la llegada de Minibere, donde escogiste ese móvil tan morado y tan fashion, donde todo.
Entrar en ella y recorrer las estanterías era como volver a visitarla contigo y oír tus explicaciones. Una punzadita dolorosa pero a la vez suave y dulce. Entrar en ella e ir a tiro fijo, a por lo de siempre que no encuentro en ninguna otra parte. Que la francesa coñazo me diera un poco la chapa y no nos recordara después de tantas veces.
sin palabras...no me imagino el hueco que ha dejado la tienda de perfumes...porque el otro hueco si...
Siempre es peor para el que se queda en el ambiente compartido. Se reencuentran espacios, lugares, personas... y eso día tras día.
El que se fue lo tiene más sencillo.
Ánimos.
Lo has resumido estupendamente: duele más de lo que podemos explicar. Un beso.
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