Hemos llegado como 20 minutos antes “porsiaca”. Mi primer cine de verano. Gratuito, hasta completar aforo. A saber, que en este pueblo a lo Show de Truman lo mismo van cuatro gatos, pero “quién sabe”.
Noche perfecta. Sitios que no están mal. Ni frío ni calor. Minibere ha dormido siesta, es una peli que tiene ganas de ver desde hace mil y que quitaron del cine sin nos diese tiempo a verla entre unas cosas y otras. Mamá-McGuiver preparada con bolso: botella de agua, lata de Mahou, lata de Coca Cola Zero, gominolas, chocolatinas, uvas, toallitas desechables, kleenex y un señor de Cuenca que pasó un día por mi lado y que había metido en el bolso porque “quién sabe” (es mi lema).
Y entonces ha llegado ELLA.
Rango, se llamaba la película. No se me olvidará. Pero no porque me haya dejado huella, no, sino porque así se lo ha repetido unas (a ver, déjame contar… una… dos… tres…) QUINIENTAS CINCUENTA Y SIETE VECES a su amiga por teléfono justo antes de que empezara.
Una de las voces más enervantes que debe de haber en toda la comunidad de Madrid y me tiene que tocar al lado. Esa, la que habla al límite de su esfuerzo pero sin volumen efectivo, sólo irritante, y con el mismo mismísimo tono de mi “querida” presidenta la Aguirre (puah puah).
Que si niña quieres acquarius, que si niña te sientas conmigo que si… Ha empezado la peli y no ha tardado ni un minuto en comenzar a hablar uy esto no se oye bien uy niña tú lo escuchas uy OIGAN, QUE NO SE OYE. Me he vuelto a mirarla y le he soltado un “si no se calla, vaca imbécil, qué carajos se va a oír” ejem, esto… mentalmente. (Irascible e intolerante sí, cobardica cual gallina, también. Sasoiyo, como diría @Margarito).
Y luego la muy “asesinable”… ¿pues no se ha tirado toda la peli soltando GRITOS del tipo “TOMA YA!”, “AY QUÉ ASCO”, “AAAAY JAJAJA TOMAAAAA”? Una señora que supera los 40 si no más, una peli de niños… ¿pero cómo se puede ser tan molesta sin darse cuenta? La pantalla estaba un poco a mi izquierda, lo cual hacía que me girase en esa dirección. Al igual que doña Gritona. Resultado: cada chillido incrustado en mi lóbulo derecho con entrada directa desde el pabellón auditivo de la misma dirección. En resumen: que me gritaba a la oreja. ¿Por qué, Señor, a mí?
Y sobre todo, por qué por qué por qué con lo tiquismiquis que soy, siempre me toca gente así alrededor.
Seguiremos informado desde Villacaos y El Pueblo Perfecto. Por ahora, continuo feliz (y más desde que acabó a peli y el sucedáneo de la Espe se piró con su hija).
Buenas noches, noches.