jueves, octubre 14, 2010
Se acabó el verano y ya no tengo dónde esconderme. Ha llegado un otoño lento y marrón que lo está llenando todo de hojas, y por tanto, ha dejado sin espacio apenas el salón blanco y helado.
Ahora hay demasiado ruido, demasiado polvo. Nos apelotonamos como frutos caídos. Mi voz se pierde, acolchada.
Ya no brilla en mitad del espacio, como este verano.
He perdido a los otros, estamos demasiado lejos.
Habrá que aprender a vivir hasta el invierno y luego, marcharse.
Llorar por la leche derramada no sirve de nada.
el otoño tiene un punto romántico, una luz, un color fascinante... viva el otoño! besitos!!
Uh. No parece estar la Dama Berenice para muchas fiestas. Ánimo.
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