Casi todo tiene un lado positivo. Quiero decir, relativizando, claro.
Vivo en un barrio donde cada día hay más inmigrantes. Vivo en un barrio colorido, vivo, cosmopolita, abierto 24h o casi. Hasta ahí, guay. Pero también vivo en un barrio ruidoso, superpoblado y donde el comercio tradicional se adapta a los nuevos habitantes, bien desapareciendo, bien vendiendo productos de menos calidad. Es lo que hay: a menos poder adquisitivo, vendamos zapatos de plástico, ropa de plástico.
En fin.
También tengo la suerte de tener un edificio enfrente bastante cerca. Tanto, que oigo la radio de los vecinos. Sí señor. Si los vecinos, además, se sientan a hablar a voces en el minibalcón, miel sobre hojuelas. Y si lo que tienen es atún-con-pan-atún-con-pan (reguetón) tol santo día con la ventana abierta y mis cristales retumban, pues viva y bravo.
En verano, los niños juegan al balón en la calle hasta las 12 de la noche o incluso más. Verano que yo sigo levantándome a las 6 para currar.
¿Qué ventajas tiene eso? Bueno, obligarme a mantener las ventanas cerradas hace que entre menos polvo y, por otra parte, para tapar el puñetero atúnconpan, me pongo yo música de la que tapa, es decir, rock o algo así, nada de baladitas. Y ahora estoy descubriendo la discografía completa de Rosendo, mirustúpordonde, que yo apenas si le conocía dos canciones.
Hoy Minibere ha cogido su micro rosa de Hello Kitty, su guitarra rosa de la susodicha (sí, es que estaba de oferta, copón), y se ha cantao y bailao un “Maneras de vivir” que al jevi poco le ha faltao pa que se le caigan lagrimones como sandías.
Todo tiene su lado bueno, os lo digo yo.
Por cierto, SE VENDE PISO.