Mi empresa tiene un nombre. Un nombre conocidíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisimo en su campo y que yo no había oído en la vida hasta que me llamaron para la segunda entrevista. Vamos, ni yo, ni el resto del mundo mundial.
Pero la cosa es que está relacionada con temas de salud y son muy cuidadosos con la imagen que dan. Hasta ahí, bueno vale.
La que armaron con lo de la Gripe A fue… la repera. Charlas, carteles por la oficina, una caja de pañuelos desechables por mesa, un bote de desinfectante por pareja. A cada grupo le asignaron portátiles y se hicieron pruebas trabajando desde casa, por si se declaraba un brote en la empresa. Antes de marcharnos, debíamos recoger todo lo que hubiera encima de nuestra mesa para que las señoras de la limpieza pudieran desinfectarlas cada tarde.
Como nos dijo el gran jefe gordo: teníamos que dar imagen y ejemplo. Que somos una institución y bla bla bla.
Por eso, también trajeron un médico y le montaron una consulta en la planta VIP.
Y empezó a subir gente a hacerle consultas… y empezó a bajar gente con tiritas minúsculas en las orejas o hablando de las propiedades del agua.
Y es que este señor es homeópata.
…
Y mi empresa tiene que dar ejemplo.
Ejem.
En fin.
Menos mal que siempre llevo en el bolso ibuprofeno, porque me da a mí que el efecto placebo no va a ser lo mío.