Para variar, he tenido un buen día en el curro. No, no me he hecho visible de repente y no, tampoco he salido a las 3, como todos los viernes. Por el título de post podría parecer que me han dado por c… Pues sí, pero tampoco es ninguna novedad.
Y es que hoy ha sido cierre de mes y de año. Toma ya. Las previsiones más optimistas hablaban de pedir pizza para la cena: qué idea tan prometedora a las 8.30 de la mañana ¬¬
Y entonces ha empezado la orgía. A las 11, mail corporativo: en la cocina nos esperaba un desayuno ofrecido por la empresa para animar el cierre. Me he asomado esperando encontrarme cuatro bollos tiesos y he acabado con los ojos como los de una muñeca hinchable. Aquello era un monumento a la bulimia: croasancitos dorados rellenos de chocolate y sin rellenar, pequeñas napolitanas tiernas, zumo de naranja natural, rollitos de hojaldre recién hecho con chocolate. He vuelto a mi sitio andando al estilo teletubbie, madre qué rico estaba todo.
A la 1.30 otro mail: que la empresa nos ofrecía unos bocadillos. La imagen era, si cabe, aún más pantagruélica: no había un sólo rincón de la sala sin algo de comer encima. Pequeñas baguettes de lomo, chorizo, salchichón, jamón serrano, brie, atún; croasanes con queso crema, salmón, jamón; medias noches con espárragos y o surimi; croquetitas; tortilla de patatas; queso en daditos; la empanada de atún más buena que he probado en mi vida; latas de refresco. Madredelamorhermoso voy a reventar, ay omá que bueno. Una hora después aparece el postre: pastelitos variados, trufas rellenas de nata y pastitas.
Cuando a las 5 de la tarde han puesto sobre un armarito bajo de la oficina un bizcocho, un saco de palomitas, gominolas (moras, fresitas, gatos…), ensaimadas, bombones y almendras cubiertas de chocolate… no sabía si reír o llorar.
He vuelto a dar gracias a dios de que el contrato se me acabe en julio: tres cierres de mes más como este y tienen que añadir un capítulo nuevo a los los libros de medicina, “El coma bulímico”.
Al final he salido a las 7 de la tarde y he llegado a la conclusión de que en esta empresa el cierre de año consiste en:
- Ponerse ciego de exquisiteces de Mallorca (no la isla, sino la pijo-cadena que lo hace todo taaaaan rico)
- Bufar mucho y hacer como que tienes mucho curro
- Repetir, a cada poco “acaba de entrarme un pico de trabajo que estamos agobiadísimos”
- A las 5 de la tarde, empezar a hacer el paripé porque ya no hay curro pero claro, hasta que los jefes no dicen que nos marchemos, ahí no se mueve ni cristo.
- Como lo mío no es ni la paciencia ni el peloteo, he ido a la jefa y le he dicho que hacía rato que había terminado mi trabajo, que todos los demás departamentos me habían dicho que no necesitaban mi ayuda y que si podía irme a casa con mi niña.
Y ahora, a digerir, como las boas. Creo que me voy a pasar todo el fin de semana haciendo la digestión.