Lo malo del aerobic es esa pared entera toda espejo.
El martes fue el primer día y descubrí que el espejo engorda. Menuda foca que me mira fijamente e imita todos mis movimientos. Media hora y, oh sorpresa, no he caído fulminada al suelo. Esto mola. La hora entera se me hace corta. Una clase de prueba y me han convencido, me apunto.
Hoy he descubierto la cruda realidad: desde el espejo me sigue mirando la foca, pero, contrariamente a lo que le sucede a ella, a los demás participantes el espejo no les engorda ni un gramo, todos siguen delgadísimos se les mire desde donde se les mire. Por otra parte, esto ya no es la clase gratuíta de prueba. Media hora y, ay madre del amor hermoso, estoy sudando como si los poros de mi cuerpo fueran espuertas de una presa, tengo la cara y el pecho del color de un tomate maduro y lo único que alcanzo a pensar, mientras intento seguir el ritmo y no matarme con el puto step, es no me voy a desmayar no me voy a desmayar no me voy a desmayar...
Mira que no he hecho nada que notase que me afectaba a la contractura de la espalda. Pues oye, como si hubiera cargado sacos de cemento.
Que alguien me pegue un tiro, que estoy sufriendo (y, además, me lo merezco, por apuntarme a hacer ejercicio, que ya lo dicen el jevi y la perri, que es maaaaaaaaaaaalo malo malo).