jueves, agosto 19, 2010
A P. le han regalado un secreto, pequeñito y corazón azucarado. Lo toca suavemente con un dedo, no vaya a hacer ¡pif! y se deshaga en mil gotitas de luz.
Un secreto suave y rojo.
P. lo acuna en la palma de la mano, lo observa y escucha cómo suena. Lo huele, y unas veces es una brisa entre la hierba y otras agua de lluvia.
Susurra que los días se dan la vuelta como un guante y los relojes van a saltos. Y en eso consiste.
El secreto tiene conciencia de todo esto y es un poco feliz.
P. es sorprendentemente feliz cuando lo mira.
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