Odio ir a comprar ropa. De siempre. El haber estado años yendo sólo a tiendas concretas probándome lo que me cabía y no lo que me gustaba, no ha contribuido precisamente a hacerme cambiar de opinión.
No entiendo a esas féminas que disfrutan yendo de tienda en tienda a probarse porque sí. Sin intención de comprar o llevando una montaña de tela en los brazos a-que-es-mono-lo-NECESITO-en-rojo-sí-o-sí. Los ojos a lo Candy Candy o Guerrero Luna, cuajaditos de estrellas ¿Para qué quieren tanta ropa? Si con la mitad ya sobra. A mí, si hubiera que castigarme, esta sería una de las peores formas que se podría imaginar. Encontrar cosas puestas al (lo que a mí me parece) tuntún. Una vez que ves algo que te gusta, acierta con la talla (que en la misma tienda varía según la prenda) y luego, haz cola en el probador, quítate lo que llevas puesto y ve poniéndote cosas. EL HORROR. Y si no has acertado y tienes que volver a vestirte para salir y buscar y volver a desvestirte y… bueno, en fin, que LO ODIO.
Ahora tengo que comprarme ropa SÍ o SÍ. He tenido que desechar toda la mía y la escasa que tengo se me cae. Ayer fue el momento que tanto he ido retrasando. Nudo en el estómago.
La primera imagen, impactante: hombres desesperados, cargados de bolsas, en los escalones de las tiendas, con cara de “lo que hay que aguantar por un kiki al año”. Estuve a punto de pedirle a uno que me hiciera sitio, pero entonces recordé que NECESITO poder ponerme algo.
Objetivo número uno, por cuestiones de orgullo (y especial inquina a las dependientas que me han mirado con cara de ajo cuando he entrado a por ropa de niños) esa tienda en la que llevo más de 10 años sin mirar ropa para mí: ZARA. Me meto en el probador con varias blusas y vaqueros. Las blusas de la L me están bien (snif, emoción) y con los pantalones me cojo un rebote del 15. En el stand sólo hay 36 a porrillo, un par de 38 y un par de 40. Si yo estoy ahora un kilo por debajo de mi peso y el pantalón que llevo es de la 40 y se me cae, la 40 de Zara no me pasa de la cadera y me ha costado un potosí que suba de la pantorrilla ¿¿ESO ES NORMAL??
Dejé de la tienda y, por supuesto, no me llevé las blusas. Tan asqueada estaba.
Cuando me encontré al jevi por el pasillo del centro comercial fui a por lo que realmente me gusta. Al final salí con un perfume de Jean Paul Gautier y no nos llevamos un netbook porque queríamos ver mejor las características técnicas en internet y comparar con otros.
El netbook es CHU-LÍ-SI-MO, está bien de precio, es una pequeña maravilla y hasta el color mola. Estoy TAN tentada de comprarlo…
Ya me vestiré con una sábana y cuerdas si eso.