miércoles, septiembre 22, 2010

Querida R.

Estoy enfadada. Mucho. Y algo asustada. Porque no sé por qué lo estoy ni con quién o qué. Hacía tiempo que no se me desordenaba tanto el cuarto de juegos de la cabeza. Y ahora apenas encajan las piezas, de dos en dos, en distintas partes.

El miedo es porque no sé de dónde viene el enfado ni hacia dónde va. Haberme dado cuenta que estaba ahí desde hace días no es que mejore mucho la situación.

De pronto me he visto con los brazos cruzados sobre la cabeza, sobre la cara, en actitud de defensa pero con los puños cerrados para golpear o las manos abiertas para empujar. Y si los bajo… ay si los bajo.

Querida R.: duele tanto que no puedo bajar los brazos para hacer el duelo. No sé cómo sacarlo fuera. No puedo escribirte porque estás cansada y esto no funciona así. No puedo escribirlo porque ya no soy libre ni estoy desatada.

Yo sé que esto lo leerán las otras veintipico letras del abecedario y que ninguna serás tú. Que se entenderá un pito. Que este blog está lleno de desorden como lo soy yo misma, como lo he sido siempre. Que yo no quiero que nadie que no seas tú me pregunte.

Pero este blog también soy yo. Y yo soy ese nombre que tengo escondido y que cuando me salta a la chepa me sacudo a golpes con la mano.

1 comentario:
Pss pss sgueme
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