domingo, agosto 15, 2010

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Antes de venir a Madrid ya conocía la estatua del ángel caído. Y me moría por verla.

Fue una de las primeras cosas que visité y a ella he vuelto de cuando en cuando, siempre con la canción de Danza Invisible entre dientes.

Al saber que era el punto de encuentro, no pude evitar sonreír y pensar que aquello parecía una señal. Hacía años que no la veía. Y me hace tanto bien como entonces. No sé por qué.

¿Por qué hay objetos o lugares que te remueven por dentro como si alguien te hubiese llenado el cerebro de granitos de arroz y chaka chaka chaka?

:-)

2 comentarios:
  • 15/8/10 21:27, La reina de la miel dijo...

    Hala, cómo me gusta esta casualidad (¿casualidad?). Yo también me moría por verla cuando supe que era la única estatua dedicada al Diablo en toda la Cristiandad, al parecer. La ví por primera vez en el 99, un día de mayo soleadísimo y precioso, y me dejó prendada. Volví a verla un par de veces más, en otras tantas visitas. Qué cosas, me encanta :-)

  • 16/8/10 09:50, ynosek dijo...

    ay ....... todos tenemos ese sitio, bueno ... por lo menos yo también .... un lugar que te deja con la boca abierta y al que volver es necesario, tarde o temprano ....

    el mío: http://2.bp.blogspot.com/_reqmCbUQ6Y4/RdTAyz14WzI/AAAAAAAAGcY/dp2Nbvstk-Y/s400/urdaibai3.jpg

    Besossssssss!!

Pss pss sgueme
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