viernes, octubre 02, 2009

Los fines de semana son cortos como fideíllos de sopa espesa. Los días entre semana, en cambio, son largos y finos como pelos en la bañera.

Hoy me ha tocado esconderme en el baño de nuevo. Hacía ya tiempo.

Debo de ser la única de este país que está deseando que la despidan ya de una puñetera vez y terminar con la agonía de la duda, la inseguridad y la desatención de mis superiores. No había visto tanta falsedad y maledicencia junta desde que me fui de [no viá poner el nombre de la empresa que ya lo que me faltaba era que se me identificase, que el mundo es MU pequeño], cuyo concesionario estrella era una merienda de negros donde la novedad era quién no había clavado un cuchillo en la espalda de quién.

Como soy cobarde y amo mi hipoteca, no me planto en el sitio de mi jefa para recordarle que existo, que merezco información (sin “in” también) y que haga el favor de decirle a RRHH que no quiero seguir allí. Fantaseo con ello una barbaridad.

Y mientras tanto voy quitando pelos de la bañera cada día, intentando que no atasquen el desagüe. Sísifo perdida.

2 comentarios:
  • 2/10/09 23:56, Zuviëh S.F. dijo...

    Ains, tendré que hacerme multimillonaria para darte unt rabajo super chachi y se te dejen de caer los pelos. :P

  • 3/10/09 00:18, Gacela dijo...

    Siento leerte esto. Pasamos demasiado tiempo en el trabajo como para estar a diario a disgusto en él. Y peor me lo pones si encima hay que aguantar los corrillos, las falsedades y las punyaladas traperas aquí y allá.

    En cuanto a la incertidumbre sobre el futuro y las dudas e inseguridad... bueno, eso me temo que, en estas rachas, en todas partes cuecen habas. Que no deja de ser injusto, claro, pero eso sí que es probable que te lo cruces vayas donde vayas, hasta que escampe. Estamos jodidos.

Pss pss sgueme
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