lunes, febrero 18, 2008

Un día los quiero y otro no. Las cosas buenas me enternecen, y quiero darles abrazos y comprarles cosas; pero otras veces se me caen de golpe las malas, y me digo frases como "pues se acabó". A lo mejor porque mi cabeza es como los armarios de algunas casas: abres la puerta y avalancha.

Cuando no los quiero es amargo, porque me duele y me endurece a la vez. Cuando los quiero es una falsa sensación de flotar en agua templada. Y yo sé que no es ni lo uno ni lo otro. Pero esto es como las olas.

Así es que paso del túnel de Sábato al alma colectiva de no recuerdo qué filósofo o psicólogo. A lo mejor todo es el túnel y al acercarme a esas zonas en las que puedo atisbar otros pasadizos llego a creer en que es posible dar la mano y trascender.

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Pss pss sgueme
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