miércoles, febrero 27, 2008

Nos ha estado jodiendo a base de bien durante meses. Es increíble y realmente triste lo mala que puede llegar a ser una persona por querer trepar. Qué falta de escrúpulos, qué pena que se mida en función de lo que le acarician el lomo los jefes.

No tiene otra vida que hacer méritos a costa de pisar y hacer horas. Es tan triste. Asco y pena, ni siquiera le tengo rabia.

Una persona así no es feliz jamás en su constante agonía por subir, porque nunca nada es suficiente, porque su existencia es una lucha contra lo que cree tener que ganarse a golpes. Porque los mismos que le ríen las gracias son las mismas hienas que a sus espaldas se mofan de su físico o no escatiman detalles jocosos pero vergonzantes de su comportamiento cuando salen de copas ¿qué se puede esperar de un grupo en el que la característica que comparten y que garantiza los resultados en su tipo de trabajo es precisamente la apariencia, la manipulación y la competición más sucia?

Visto así, estoy más que contenta de ser del grupo de los marginados. Tal cual. Somos los que no salimos a beber y a poner verde a otros compañeros a los que luego abrazamos para poner como hoja de perejil a los que faltan ese día. Somos los que no vamos a degüello a por la siguiente víctima (señalada para el sacrificio: aquí no hay medias tintas, si se quiere que alguien se vaya, se le acosa hasta que se le hunde. Mobbing con todas las letras). Somos los que no vamos fardando de modelito, modisto, viaje o último gadget tecnológico. Somos los que curramos e intentamos irnos a nuestra hora, los que no nos vamos a jugar al juego-pijo de moda con el director, los que no enviamos mails con copia a toda la organización para hacer ver el error de un compañero o el éxito de nuestra última gestión. Lo único que me jode de todo esto es que, aunque a mí me resbale, aunque tenga bien clarito dónde está mi vida y dónde mi dinero, hay alguien a quien le afecta y es alguien a quien quiero mucho. Y esa persona es una de las víctimas señaladas. Y no es justo.

Hoy hemos puesto las cartas sobre la mesa. Era necesario.

Y sin embargo, sigo sintiendo asco y pena. No me ha aliviado, no me he sentido liberada. Yo no quiero esto. Por eso tengo que irme. Y lo peor es la terrible certeza de que todo es igual en todas partes y entonces ¿para qué marcharse? Pero si no sale uno en busca de nuevas esperanzas ¿qué queda, resignación y agachar la cabeza?

NI DE COÑA.

Sin comentarios
Pss pss sgueme
Bereni-C reloaded

Marcas de ganaderos
Free Blogger Templates

BLOGGER