martes, octubre 03, 2006

Me había prometido no volver a ir a algo de esto pero, ahí estaba yo, cuatro de la tarde, Tanatorio Sur.

Todavía no sé si mi negativa a ir era comodidad, egoísmo o convicciones propias. Lo que no sé es para qué sirve ir. Qué consuelo puedo yo ofrecerle a alguien de su pérdida ¿cuál? ¿con qué cara le digo que lo siento? ¿qué pinto yo allí a molestar? Y mi lado egoísta decía que no quería pasar el mal trago. Al final vencieron los compañeros que iban todos en grupo y me apunté, y no me costó nada darle un beso y abrazarla con la vaga esperanza de que ese poquito de calor le hiciera pensar que allí estábamos todos por acompañarla. Pero lo demás...

Soy como el avestruz. Si escondo la cabeza es que no está sucediendo. Y no me gusta ir a esos sitios que huelen a flores dulzonas, que está lleno de pena negra y de muertos en sus cajas. Yo no quiero saber que eso existe. Porque sé que existe y que tengo que seguir adelante. Porque sé que un día puede ser mi padre el que esté en esa caja y que vengan mis compañeros a darme abrazos.

4 comentarios:
  • 4/10/06 00:35, terminus dijo...

    No hace mucho murió un buen amigo. Ni siquiera fui al entierro, todavía me niego a creer que se haya ido. No asistir al funeral es como arrebatar un poquito de el a la muerte. Así al menos creo que en mi recuerdo algo de él sigue aqui.

    Un Beso

    Edu

  • 4/10/06 07:38, Bereni-C dijo...

    Pues sí, Edu. No es lo mismo pensar que ya no está que ir y saber que, físicamente, esa persona, esa cáscara de la persona que tú quieres, está ahí y que no va a moverse más, ni a llamarte, ni a cruzarse en tu vida. Y lo que viene después es todavía más desagradable... Supongo que si creyera en algo después de la muerte no me parecería tan horrible. Ser atea tiene sus inconvenientes, sobre todo en materia de consuelo ante estas cosas.

  • 4/10/06 13:28, Burnout. dijo...

    Te comprendo perfectamente. Dejando de lado nuestras creencias, en el fondo las ceremonias son para los vivos, ya que el muerto ¿que es lo que va a percibir?
    Cuando le hacemos la ceremonia, satisfacemos nuestra sensación egoista de culpabilidad por su muerte, de deberle algo al muerto... De esa manera pagamos la "deuda" y podemos seguir nuestro camino.
    Si no le debes nada y no tienes nada que ver con él ¿para que quieres asistir?
    El problema es que se ha convertido en una hipocresía socialmente aceptada que me repugna, aparte del negocio que hay en torno a nuestra propia estúpida culpabilidad.
    Un saludo.

  • 4/10/06 17:45, Anónimo dijo...

    Dios mío, Bere, estabas por aquí y yo sin enterarme. Sory, sorry sorry. Y sorry otra vez por hacer un comentario que no viene a cuento.

Pss pss sgueme
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