sábado, octubre 07, 2006

No sé qué edad tenía pero me prometí firmemente no volver a llorar. Principalmente por dos razones: porque eso era de niños pequeños y porque mostraba mi debilidad. No expresado con tanta lucidez pero así de claro.

Con 4 años me partí una ceja. Tengo recuerdos confusos de los pinchazos mientras me daban los puntos. Me daban tanto miedo las inyecciones que, aunque cada pinchazo de la aguja me dolía a rabiar, cuando me preguntaron si quería que me pusieran algo para el dolor dije que no sentía nada y apreté los dientes todo lo que pude. No cabía en mí de orgullo cuando oí a la enfermera felicitar a mi madre por lo increíble que era que una niña de 4 años no hubiera dicho ni mu mientras le cosían la ceja. Mi madre, por supuesto, sigue contándolo a todo el que quiera oirla.

Y así creo que toda mi infancia. Tenía más inconvenientes que ventajas pero seguí en mis trece. De este modo, cuando había una riña y me inflaban a palos yo siempre era la que no soltaba un quejido y el bruto o bruta de turno lloriqueaba de modo que nadie creía que a mí me hubieran hecho daño. Conclusión: me llevaba los palos y el castigo. En el cole, en la calle, en casa de familiares. Siempre he sido bastante tonta y en eso no he mejorado mucho.

Y qué paso con todas esas lágrimas que no derramé. Yo creo que se fueron acumulando en algún órgano secreto. Un año tras otro. Hasta que en algún momento llegaron al límite.

Ahora soy mayor y lloro por todo. Y es humillante a veces. Y todavía me pregunto cómo lo hacía de pequeña para aguantarme el nudo. Lo peor es cuando no quiero llorar de ninguna forma porque no es el momento ni el lugar, o cuando no quiero mostrar mi debilidad. Y allá van ellas en torrente con toda la parafernalia hasta que parezco un híbrido entre Fofó y el perdedor de un combate de boxeo. Qué vergüenza.

En fin.

3 comentarios:
  • 7/10/06 17:49, Gacela dijo...

    A mí me pasa un poco así. En mi época de hospitales de chiquitaja era la ninya valiente, hala, si monta menos follón que adultos hechos y derechos, si con ella da gusto...

    Y ahora soy la ninya -ya mayor- que acumula miedos y lágrimas con una facilidad pasmosa. Y conozco esa sensación del "ahora no, voz no te quiebres, lágrimas no saltéis..." para nada.

    Nfins II.

  • 9/10/06 19:05, Anónimo dijo...

    Llorar no es malo, mostrar la debilidad no es malo. O por lo menos no debería.

    Como decía Roddy Frame:

    "Don't wipe your lies over lies
    let them shine their blue.
    on every whisper that welcomes
    the unconcebible of the birth of the truth"

  • 14/11/06 23:32, Tocotó dijo...

    Me siento identificada completamente con este post, no por ser una niña poco llorona de peque... sino por convertirme en una fuente con patas con el paso de los años... Lo peor de todo es que me resulta imposible disimular, porque al llorar me entra una moquera... En breve ya veo al vecino de butaca en el cine diciéndome, "¿bonita y con las orejas no sabes hacer nada?"

Pss pss sgueme
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